Cinco días light: día 1

Decidí probar, luego de la bomba en el bus de San José Pinula, de la cabeza dejada frente a una alcaldía, un lichamiento y cosas similares de fin de semana, volverme unos días light. Probar qué se siente ser como los que no dicen nada al respecto y siguen compartiendo fotos de picnics, de zapatos, de hijos, sin pensar en que en un momento -quizá más cercano de lo que nos gusta pensar- los espacios para picnics, los zapatos lindos, los nenes desaparezcan bajo el caos que cada día construimos. Acá el relato del primero de esos días, escrito al anochecer, cuando vuelvo a ser la yo que analiza las cosas y se ve en perspectiva.

Día 1: Lunes 7 de marzo 2016
Contrario a la rutina diaria que inicia con el café de la mañana acompañado de las noticias que desde tempranito insertan la paranoia y la reflexión sobre lo que pasa en el país y más allá, decidí tomar el café con un programa sobre chismes de los famosos como ruido de fondo. Me enteré que una de las Kardashian (¿se escribe así? no sé cuál porque deshacerse de la práctica de pensar no es fácil) escandalizó a las redes con una foto en pelotas, no como dios la trajo al mundo porque apuesto que no nació con silicona en el cuerpo. También me enteré que se estrena -más bien, se estrenó- la tercera parte de Kung Fu Panda (no he visto ni la uno, ni la dos) pero parece que fue todo un acontecimiento con alfombra roja y vestidos de lujo que serán deshechos una de estas noches por el Fashion Police (que no es tan bueno desde que murió la Joan Rivers -sí, sí, algo light hay por naturaleza u opción en mí-). Supe además, en el tiempo que me quedaba antes de salir a la chamba, que Paulina Rubio, la chica dorada (adorada por uno de mis grandes amigos) es madre por ¿segunda vez? (vaya, no, no sabía que ya tenía un chamaquito). 

Luego, tocó subirse al auto y evadir toda noticia, ir en el tráfico acompañada de música -pop en español de los 80's para ser más coherente con mi grupo etario- y cantar aquello de "siempre, siempre, siempre hay un pretexto" y la otra de "a tantos sueños compartidos noooo, yo no renunciareeé" . Debo confesar que esta parte me costó menos, quizá por la serie de recuerdos y sonrisas que esas canciones me sacaron, me dio un poco de paz. Normalmente iría escuchando reacciones a las noticias del fin de semana, incluyendo las llamadas a la radio que hacen un llamado a la aplicación de la pena de muerte y esas cosas. 

Estacioné y fue un día bastante normal, porque del chance sí no me libro de tener que pensar en los otros y en el caos, pero esta vez me enfoqué en revisar proyectos, corregir la redacción de los mismos y simplemente verificar que cumplan con los requisitos mínimos. A medio día la disyuntiva de pensar qué almorzar, un par de chambres y risas sobre cosas de lo más normales, como las nalgas de alguien por ahí que le encantan a unas y a mí me ponen nerviosa pero no en plan sexual sino estético. Luego una reunión sobre ondas conceptuales y ya. De nuevo afuera. 

De nuevo el auto y de nuevo evadir los programas de opinión o de noticias de la radio. Unas muchas canciones -pop, rock light-en el tráfico y hablar de género con estudiantes de antro y socio. Hablamos de la formación light respecto a ese tema, abarcando las caricaturas y las ideas que se tienen sobre ese otro del otro género que se tienen en la adolescencia, sobre el consumo de cremas y productos de belleza y sobre -porque es imposible escapar a la reflexión- las imposiciones sociales sobre el cuerpo y la conciencia que se crean desde la educación social y la institucional. 

Finalmente vuelvo al auto, pienso en pasar al súper pero me da pereza y pienso que tengo huevillos en la refri y que con eso bastará por hoy. Pienso en el día y sí, sin duda, ha sido uno un poco menos lleno de preocupaciones por el país. 

A ver cómo me va en los próximos. 

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