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Mostrando entradas de octubre, 2011

Buenas Costumbres por Oswaldo J. Hernández

Acá el texto leído por Oswaldo J. Hernández en la presentación de Buenas Costumbres: Buenas Costumbres La intimidad no puede ser obscena. No. No puede serlo. Debe ser críptica. Algo así como un código de conducta del que nadie pueda saber de su existencia. De lo contrario la estructura, la subsistencia, las palpitaciones, el sudor de manos, todo, se volvería angustiosamente insoportable. Y por ello lo íntimo es un resguardo que puede convertirse en costumbre. Vamos, quizá se trate del único lugar en el mundo en el que se pueda admitir que no se está para nada a gusto y aun así seguir con ello, en silencio, no estoicos pero sí conformes. Nos educan para acostumbrarnos. Para ser a lo mejor buenos. Y por lo regular la tarea de lograr este artificio se hace desde un lugar más bien oscuro, lúgubre. Qué nadie se atreva a levantar el interruptor de las luces en lo subrepticio. Que nadie enfoque más allá de las fachadas. Que no se atreva nadie a llegar al interior. Denise Phé-Funchal

Buenas costumbres, por Vania Vargas

Les comparto el texto leído por mi querida Vania Vargas, quien me hizo el honor de presentar Buenas Costumbres: Buenas costumbres Denise Phe-Funchal F&G Editores Guatemala, 2011 La gente es rara. Nunca he podido acostumbrarme a la idea de que también soy gente, y que a lo mejor confunda mi propia muerte con otra cosa. Rafael Menjívar Ochoa, Cualquier forma de morir Interesantes hallazgos resultan de esa extraña costumbre de observar, tan arraigada en sociólogos, escritores y otros miembros de esa especie que, de un salto metafísico alcanzan el nivel de desdoblamiento que les permite convertirse en el gran ojo que se abre y se cierra sobre la sociedad, ese espacio que se vuelve relativamente pequeño a fuerza de patrones de comportamiento que obligan a los seres humanos a repetir sus acciones vitales hasta el infinito. Uno de tantos roles que desfilan por el círculo de la tradición es el de la mujer: portadora del estandarte de las buenas costumbres a lo largo de

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No sé si se convertirá en una tradición escribirte cada mes, cada cierto tiempo, sólo sé que seguiré hablando con vos, haciéndote preguntas y esperando que algo de vos, una energía atrapada en este plano, una energía que nace de tu recuerdo, me guíe a las respuestas, me lleve a escuchar tu risa y a oírte decir "pinche Denise" cuando algo se me ocurra.

Arena, cal y ladrillo

Quienes me conocen bien saben que soy una eterna enamorada del Cementerio General de la ciudad de Guatemala. Puedo estar por horas y siempre encontraré algo que me haga maravillarme de la vida, de la relación entre los vivos y la muerte... Estoy escribiendo algo no ficticio que ya compartiré y en parte para terminar de armar el rollo, en parte porque disfruto el cementerio demasiado, decidí dar una caminata por ahí hoy, averiguar algunas cosillas que me estaban haciendo ruido. Cerca de la tumba del maravilloso José Milla, un tipo simpático, buena vibra, me preguntó si quería algún trabajito. Me presenté, le dí la mano y le expliqué el motivo de mi visita por el cementerio y me dijo que se llama Óscar y agregó: tengo que abrir un espacio para un funeral de hoy en la tarde... pero es aquí no más, acompáñeme en lo que platicamos . Lo acompañé a un mausoleo cercano y fácilmente abrió el agujero y me señaló la calidad de los ladrillos... Los de ahora no son así, son todos delgaditos , me di

De los extraños días y las Buenas Costumbres

Tengo los pies empapados. Antes de quitarme los zapatos, como buena adicta a la compu, lo primero que hice fue prenderla. Luego fui a la cocina a prepararme un café con leche, antes de quitarme los zapatos y las calcetas mojadas, y volví ante la compu, me desaté los zapatos y... Fue un día extraño, de dar vueltas por la ciudad, de escuchar a los hermanos del Señor de los Milagros por largos momentos en la radio, día de tráfico, de elote asado con limón y sal, de plática con una señora que aseguraba que su mamá había muerto porque se le había cocido la sangre por estar cerca del fogón -de los elotes o de las tortillas- todo el día. Fue día de escuchar los comentarios de unos hermanitos que salían de un seminario sobre teología, día extraño de acariciar un par de canes, de conocer a una doctora y su hermana la psicóloga que habían sido atacadas por una inquilina que se negaba a pagar el cable, la luz y el agua. Fue un día de casas raras, feas y de un paraíso laberíntico que espero pronto

Beneficiarse del reino

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El reino de los cielos dicen las iglesias, que han llegado al colmo de vender terrenos en el paraíso para los hermanitos, para estar cerca del señor, me decía la mujer que me explicaba que estaba pagando a plazos el terreno. Para seguirle la corriente le pregunté si era urbanizado y qué tan cerca de dios estaría. Sin inmutarse, Rosa, la mujer, me dijo que no, que lo de la urbanización sería después, que por el momento ella y su hija pagaban el terreno y que no importaba dónde fuera porque en el más allá, dios estaría como en el más acá, en todas partes. Esta mañana, de horas manejando, de clima londinense tropical, de pésima radio, de noticias desastrosas, paré en una estación para escuchar a un señor decir que la lluvia, los deslaves, los soterramientos, eran consecuencia de la mala conducta de las personas, que seguramente dios estaba muy enojado. Creí que el locutor le diría algo, que hablaría del cambio climático pues se supone que somos el país más vulnerable de toda la región. Co