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Mostrando entradas de julio, 2009

Le rat

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La única vez, antes del martes pasado, que había estado en una corte fue para una de las audiencias por el caso de Rigoberta contra el FRG hace ya algunos años. Imaginaba que todas las salas eran igual, semi pomposas, con estrados de madera y banderita nítida de Guate... pero lo del martes fue en una de las salas del piso 14, una salita, con escritorios de metal, vasos de duroport, una bandera que estaba medio shuca y en serio, sólo faltaban las sillas de plástico para que el asunto fuera lo más chapín posible. Se suponía que el proceso iniciaría a las 9, pero como es costumbre por estos lares, inició a eso de las 9 30. Minutos antes había entrado el abogado acusador (perdonen ustedes mi falta de léxico jurídico) y su cliente. Una imagen extrañamente sucia. Los dos con trajes que les quedaban grandes, los dos que no eran capaces de apartar la mirada del piso, los dos que escondían las manos y los dos con la espalda curva y hombros a la defensiva. El caso es el siguiente: el tipo acusa

Julius

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Acabo de terminar Un Mundo para Julius de Alfredo Bryce Echenique. Empecé a leerlo hace casi dos meses y poco a poco me fui enamorando del libro. Conforme las páginas pasaban y me acercaba a la 426 de la edición que compré en 20 pesos fuera de la Biblioteca nacional, la angustia iba creciendo. No quería, no quería por nada del mundo terminar de leer. Alargué la lectura todo lo que pude hasta esta noche. Lloré desconsoladamente en un bus hace unos días por la muerte de Arminda, por sus gotas de sudor sobre la camisa de Juan Lucas. Quiero leerlo de nuevo, volverme a meter en ese mundo para Julius, volver a verlo caminar por mi habitación, con sus orejotas y los zapatos que imaginé para él. Quiero compartir de nuevo su asco por el pan y el té en la casucha, escuchar de nuevo a la nieta de Beethoven corregir los ejercicios de piano, ver los chales sobre la silla, llorar por su recital fantasma. Quiero volver a i ntentar detestar a Susan y no poder más que maravillarme con su darling y el

Hace un año

Justo hace un año estábamos ante la muerte del viejo, justo hace un año a esta hora macabra estábamos abriendo la caja para poner en sus manos las monedas para Caronte, justo hace un año me acusaban de bruja las personas que no entienden nada de la muerte, que la respetan como una vida "en Cristo". Justo hace un año enterraba una amistad que de verdad, verdad creí que duraría para siempre, y que durante un tiempo creí extrañaría para siempre, pero esa amistad era tan estúpida como la gente que me acusaba de bruja. Justo hace un año enterraba un amor cuya vida ahora sé condenada a la normalidad, a la mediocridad y al silencio. Justo hace un año.