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Mostrando entradas de agosto, 2011

Agosto

Agosto siempre termina igual, con el día de su muerte que se esconde en lo cotidiano, pero que está ahí, presente, siempre para saltarme encima y decirme que son 16 años ya, 16 años de no verla, de no escuchar su voz más que en recuerdos. Hace 16 años -días más, días menos- murió mi madre y uffff sigo extrañando su mirada, sigo extrañando su voz y el sonido de sus pasos por la calle. En un par de años más, habré pasado la mitad de mi vida sin ella y eso, esa idea me da mucho miedo, miedo a la tristeza, miedo a perder la memoria de ella, a olvidar el tono de su sonrisa, el color de sus manos, la forma de sus pies. Este año es aún más complicado, hasta el año pasado, Rafa estaba ahí, ahí para decirle mano son X años y tener con quién compartir los recuerdos y los dolores por la muerte de los padres. Ahora Rafa no está y me siento un poco más huérfana, un poco más sola. Mi madre, uffff era este personaje maravilloso, tremendamente humano, apasionado, sin pelos en la lengua, con una

Las ganas de

Hay deseos que uno tiene desde chico o desde adolescente y que, aunque los años pasen, no se van. En mi caso, son sueños que me desatarían un gran sentimiento de libertad, de poder o de alegría. Siempre he tenido ganas de: Colgarme del lazo que está unido al badajo de una enorme campana de iglesia. Balancearme. Hacerla sonar, escucharla y sentir la vibración que inunda el espacio. Ser invisible para colarme en los funerales y escuchar el diálogo sobre la muerte. Hacer vuelo libre sobre una gran planicie primero y luego sobre una ciudad. Tener los poderes mágicos para hacer que a los políticos, funcionarios y empresarios les dé una enorme diarrea cada vez que quieran cometer un acto de corrupción o robar plata del Estado. Tener el tiempo en la vida para estudiar: diseño gráfico, publicidad, derecho, ingeniería civil, mecánica automotriz, matemática, antropología, psicología, criminalística y periodismo. Caminar por una ciudad vacía.

Intestados

Uno de los fenómenos que me interesaría estudiar, si me alcanza la vida claro, es el de los testamentos, bueno, más bien de la falta de testamentos en este país. Es quizá la pobreza casi generalizada la que no permite que en el imaginario se plantee la cuestión de redactar un testamento, de decidir a quién se dejará tal o cual cosa, así sea alguna propiedad o se trate de cosas más sencillas como ropa, muebles, algunas joyas de fantasía e incluso animales domésticos... En el Diario de Centro América, la sección de edictos está dividida entre aquellos que se cambian el nombre -maravilloso carnaval-, cierres de empresas en el registro mercantil, identificaciones de terceros y procesos de intestados, siendo estos últimos relativamente numerosos, ocupando por ahí del 30 al 40% del espacio que se destina a los edictos. Hablaba hoy con el buen Luis, un amigo abogado que ha trabajado como notario en diferentes lugares del interior. A pesar de que tengo poco más de un año siguiéndole la pista a