Cinco horribles historias de terror

Me contaban ayer historias de terror, no precisamente en la línea del Halloween, ni del día de muertos, sino esas historias de horror que pasan en cualquier parte, cualquier día. Las víctimas como en buena lica de horror, son mujeres. 

La primera. En una de estas compañías que hacen outsourcing para una refresquera grande, en el área de call center hay un grupo de tipejos, callcenteros, que ocupan buena parte de un salón que comparten con otras personas, esencialmente mujeres, que trabajan en otras áreas. La disposición del lugar es la siguiente: imagine un enorme salón con una puerta de entrada, al inicio, en una fila de escritorios, están las secretarias; tras ellas, las filas de escritorios de los tipejos y al final del salón, contra la pared, están la fotocopiadora y la entrada al baño. 

Las muchachitas que trabajan en el lugar deben aguantar el acoso de los tipos estos, que va desde que les llamen con el freudiano "mamita", hasta que cuando una de ellas se levanta, pasa cerca para sacar copias o ir al baño, la horda de trogloditas se emociona y saca sus teléfonos inteligentes -que es lo único inteligente que tienen- para tomar fotos de las nalgas de estas mujeres y luego compartirlas, con sesudos comentarios sobre traseros, tangas y calzones, por whatsapp y facebook.

La amiga del cuate que me contó esto fue al área de recursos humanos luego de que "se le olvidara" que no debe agacharse en la oficina, porque como los escritorios de las secretarias están de espaldas a las de los tipos eso es provocarlos y atenerse a las consecuencias y claro, porque es deber de ella "acordarse" de no "tentarlos" ya que la manada de indefensos ya les había advertido a las compañeras que "ya saben lo que pasa si pasan por acá". 

La cosa es que la chica va al área de recursos humanos -cuya encargada es mujer- y le cuenta de todo lo que pasa, de cómo les dicen cosas y les toman fotos, le muestra un chat que uno de esos hombres un poco más sensibles pero que no se anima a enfrentarse a la manada, le había compartido para que tuviera pruebas. La mujer la escucha, mira el chat y le dice que sí, que está muy mal eso que pasa, que ella está consciente de que la chica no se viste provocativamente -háganme el chingado favor- y entonces le pregunta si ella no los tenía de amigos en facebook para que ellos se permitan esas cosas. Ese fue todo el apoyo que le dio, eso y decirle que trate de vestirse más flojito y que iba a estar al "pendiente" de esas actitudes. 

La chica no se anima a denunciar nada más arriba, aunque el amigo que me contó la historia le dijo que vaya a hablar con el mero mero de recursos humanos y que le diga que si no hacen nada, se verá en la obligación de ir al Ministerio de Trabajo y de poner una denuncia por acoso. Ella tiene miedo. Lo más seguro es que no lo haga. 

La segunda. Esta es una corta. Una chica va a una entrevista de trabajo para ocupar un puesto de oficinista. La recibe un tipo que ni siquiera la ve por mucho tiempo y le dice que si él quisiera podría decidir pagarle hasta 50 mil -cómo no el bluff de yo tengo poder- pero que ella no lo vale. Esto se lo dice mientras la escanea de pies a cabeza. 

La tercera. Dentro de una de estas grande compañías de teléfono, las chicas son acosadas por un encargado de área. Una de ellas va con los supervisores que inmediatamente le dicen que denunciarán esa actitud ante la oficina de recursos humanos.La gente de recursos dicen que tomarán cartas en el asunto y mandan a llamar al encargado de área, se supone que le dan una putiza pero no lo despiden inmediatamente. Lo dejan en su puesto unos días más, y como es el jefe de los supervisores, un par de días después despide a los dos -los dos hombres- que lo denunciaron. Al finalizar el mes, el encargado de área es despedido por recursos humanos y así, la empresa se deshace del victimario y de los denunciantes. 

La cuarta. En la oficina en la que trabaja un amigo, hay una plaza para encargada de call center libre. Se saca la convocatoria en el diario, llega el día de las entrevistas y se presentan un montón de muchachitas, recién graduadas, algunas con experiencia ya en call center. Todas, según mi amigo, van vestidas con jeans, camiseta y zapatos bajos, nada revelador, todo como para buscar un chance en un call center donde al final, lo que importa es la eficacia y no tanto la apariencia. Por horas, mi amigo ve entrar y salir de la oficina del tipo a las muchachitas, ninguna permanece más de 10 minutos y todas salen con cara de consternación. 

Hacia el final de la tarde, llega una mujer algunos años más grande que la mayoría de aspirantes, con faldita, taconones, uñas acrílicas y blusita entallada. Entra a la oficina para la entrevista y sale, una hora y media después, risa y risa con el tipo que inmediatamente la sube al área de recursos humanos y empuja para que la contraten. 

Ojalá, me decía mi amigo, fuera que la mujer era superultramegaeficiente y no fuera su apariencia y coqueteo descarado con el tipo lo que le hubiera dado el puesto, pero no. Según mi amigo, las personas bajo el mando de esta mujer se quejan de que -además de que las uñas casi no la dejan escribir en la compu- no sabe nada del trabajo, es irascible, siempre pide que alguien haga lo que ella debe hacer y no reconoce el trabajo de sus subalternos que, además, cuentan que se la pasa metida en la oficina del jefe.  

La quinta. Un amigo comenzó a notar que una muchacha que trabaja en la misma oficina que él estaba nerviosa y que había comenzado a usar ropa mucho más holgada que lo que era su costumbre. También se iba a sentar cerca del escritorio de este amigo y le preguntaba si podía quedarse con él. Un día la vio con los ojos llorosos y le preguntó qué le pasaba. La chica le contó que su superior la había degradado y le daba trabajos inútiles y sin sentido -casi como recoger fichas de a cinco con guantes de box-, a raíz de que ella había salido huyendo luego de que el tipo -borracho- hubiera tratado de meterse en el mismo auto que ella. 

Esta chava y su hermano trabajan en la misma empresa. El hermano quiere un puesto más alto y comienza a hacer buenas migas con el jefe de esta chica. Ella, hasta ese momento, tenía un puesto de mando en el grupo. Cuando el hermano inicia la etapa de cantineo laboral con el jefe, a ella le toca aguantarse las salidas nocturnas y etílicas que son parte de ese volverse "cuate del mero mero" porque viven lejos y el transporte es peligroso o caro. Así que mientras el hermano lubricaba lo social con cerveza y ron, ella esperaba dentro del auto. Una noche, el jefe se aparece borracho en el parqueo, le toca a la ventana y alcoholizado le dice "abríme, dejame entrar" e intenta forzar la puerta del auto, ella le pregunta que para qué quiere entrar y él le dice "para que arreglemos las cosas de una vez por todas". La chica tenía una ventana ligeramente abierta, por donde el tipo mete la mano y logra quitar el seguro de la puerta para meterse. Por suerte, ella en el ínterin se pasa al asiento del conductor y sale del auto por esa puerta. Corre hasta donde está el hermano, que la mira amenazante luego de que ella le cuenta lo sucedido, le dice que no ponga en peligro su posible ascenso. 

Fue luego de esto que el jefe la degradó y alentó a los que eran sus subordinados a que la trataran como él: muy mal, de manera humillante. Es en este punto que mi amigo conoce la historia y le dice que vaya y se queje, que él sabe de primera mano que el jefe de recursos humanos detesta ese tipo de actitud. Ella va a la oficina, le cuenta todo al encargado y antes del final del mes, el tipo es despedido. 

Vaya, finalmente una historia que termina bien, me dije cuando me la contaron pero resultó que no... Ante el despido del acosador, la chica se sintió mal, le dijo a mi amigo que se sentía culpable, que el otro es padre de familia y que seguro necesitaba el chance, que ella era más joven y que quizá no le hubiera costado tanto encontrar otro trabajo. 

Uffff... como decía otro amigo hace unos días... el mundo cambiará cuando las mujeres logremos descolonizarnos de la culpa.

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