De fanáticos y fanatismos
Sin importar la religión o creencia espiritual, siempre se corre el riesgo se encontrarse con algún fanático, peor aún, uno corre el riesgo de convivir con ellos en el trabajo, tenerlos como vecinos, que le toque de cajero en el súper y antes de pagar, uno ya tiene encima más bendiciones que el agua bendita. Lo peor de esta gente, así sea fanática cristiana, evangélica, sectaria o new age, es que son sordas e intolerantes, predican acá y allá sobre el amor y la igualdad y la buena vibra y el portarse bien y recibir bendiciones, o buen karma (como quiera llamarle) y hablan de las iluminaciones, de verdades absolutas, de deberías y al final de cuentas todo es, como diría mi tía Angustias, del diente al labio.
Como objeto de estudio, las religiones, sectas y creencias y sus respectivos sujetos -es decir sus fanáticos- son interesantes. Eso sí, siempre y cuando uno tenga el control sobre la exposición al discurso.
Hasta el momento, aunque no dudo que existan, no he conocido un sólo fanático que A) no se crea superior a los demás por ser poseedor de la verdad, B) trate de convertir a los que están a su alrededor y C) sea la contradicción en patas.
Hace unos meses, un cristiano con toda clase de calcomanías religiosas en su auto, con biblia bajo el brazo y formalidad "vestimental", de esos que se pasan diciéndole a todo el mundo que dios le bendiga y predican amor y el renacer en cristo, se parqueó frente al portón de mi casa. Fui hasta la iglesia -improvisada en una casa, como casi siempre- y les pedí con una sonrisa que movieran el auto. Salió el tipo que echaba chispas y me dijo que estaban en plena oración, a lo que respondí que lo sentía, pero que según me habían contado, el respeto era uno de los principios de su religión y que, vaya, él no había respetado el portón ajeno (el respeto al portón ajeno es la paz). No supo qué decirme, pero por supuesto no se disculpó, no puso la primera mejilla y yo no me hice mala leche porque sé que estas sectas lo que respetan es el viejo testamento que es uffffff, la mar de violento e intolerante, con un dios bastante egoísta y que no acepta como "salvo" (vaya palabrita) a nadie que no tenga sus mismas iluminaciones y creencias. Eso sí, santo remedio no volvieron a parquearse frente al portón, y supongo que la solución, al menos en este caso, residió en haberle señalado su contradicción. No creo que haya reflexionado sobre la misma, los fanáticos no reflexionan, su sordera es mental y para protegerse de cualquiera que intente hacer funcionar su cabecita, evitan cualquier acto que pueda llevar a que alguien más, un no fanático, los confronte con sus contradicciones.
Otro caso fue el de una mujer convertida al judaísmo, claro que el judaísmo sectario de la cábala mística, que llegó al extremo de permitir que a su hijo de cinco años le realizaran una circuncisión ritual que normalmente se realiza en el octavo día de vida fuera del útero. Para lo único que sirvió la conversión a la cábala mística fue para que -por suerte- al pobre niño, ya circuncidado, le dejara de caer palo y cincho mojado por cada travesura y mala calificación en el kinder. Pero unos meses después de ese encuentro, que la mujer calificaba de maravilloso y de haber llevado paz a su vida, iluminación y entendimiento, pude presenciar en esta mujer un ataque de rabia que era todo, menos religioso, todo menos iluminado, llegó al extremo de enviar a su hermano a gritar y a amenazar a casa de personas que, antes de su renacer espiritual, le habían dado apoyos múltiples. ¿Todo por qué? Pos precisamente por haberle señalado una contradicción entre su prédica, su verdad y sus acciones.
También están las señoras hace alfombras de semana santa que se enojan con todo el mundo y lanzan maldiciones contra todo aquel que por error o mal paso, pise una de sus creaciones o que con un pie, mueva uno de los moldes. También están los adeptos a la espiritualidad maya que predican igualdad y prenden velitas y hacen amarres para que los otros no los jodan, no les roben oportunidades, pero claro, todo justificado en la idea de yo merezco porque creo y los demás no merecen porque son distintos a mí.
Al final de cuentas, toda secta, religión o creencia es egoísta, centrada en el ombligo del que cree que posee la verdad y que predica amor, empatía, tolerancia, etc., etc. ... Las religiones, las verdades absolutas, las congregaciones tienen como objetivo una sola cosa: hacer que la gente se sienta especial y en esa nube ilusoria de ser "distinto a otros", más "bueno", más "comprensivo", más "entendido", más "mejor"; el egoísmo, el desprecio, la falta de tolerancia, la incomprensión de lo diverso que es el mundo, hacen nido y entonces vemos crecer, florecer, nacer y abundar, toda clase de comportamientos contradictorios.
Comentarios
Saludos Denise, siempre hay algo interesante que leer en tu blog.