¿Sabías que estoy a dieta?

"¿Sabías que estoy a dieta?", dijo una voz pequeña tras de mí en una panadería. En el par de milisegundos que me tomó voltear, creí que encontraría a una mujer pequeña, de esas que aunque pasen los años, siguen teniendo una voz menuda, de niña. Un segundo me tomó darme cuenta que no, que esa voz pequeña venía precisamente de una pequeña, de una niña de no más de once años, lindamente vestida como señorita, lindamente peinada, levemente maquillada y con uñas decoradas. La interlocutora de la niña, una mujer de unos 40 años, le dijo que no, no sabía y vi cómo intentaba disimular sus ojos que se abrían como platos -como los míos- ante la afirmación de la niña que siguió: "es que quiero bajar la panza" y pensé -y seguro habrá pensado la interlocutora- ¿Qué panza? si la niña tenía la grasa corporal de una niña sana y decentemente alimentada de su edad, no había panza, no tenía love handles, ¡no! era una niña normal. En lo que esto y más me pasaba veloz por la cabeza, la niña siguió: "sólo tomo agua". Y la mujer de nuevo intentó disimular su asombro pero no pudo, entonces la mamá de la niña intervino y le dijo: "es que la tengo a dieta de jugos y licuados y líquidos, para que pierda la panza, está un poco gordita" y juro, juro, que la interlocutora pensaba al mismo tiempo que yo ¿¿¿¿¿¡¡¡¡¡¡¡Gordita!!!!!!!????? y trataba de controlar sus ojos. La mamá explicó que la niña además, tomaba mucha agua y que así esperaban que perdiera las libritas.

La niña, que seguramente ha visto miles de horas de televisión sobre dietas, ejercicios y el ideal del cuerpo perfecto, se acariciaba el pelo mientras miraba a la mujer y a su madre que explicaba el contenido de la dieta. Para ella lo normal es la dieta y batallará con eso el resto de su vida...

Con la niña y la madre iba un niño, de unos 6 o 7 años: Luego de que la mamá explicara el contenido de sopas, licuados, jugos, leche (por suerte, aunque seguro baja en grasas) y agua, mucha agua, el niño dijo: "Pero esa dieta no te la dio el médico". Y zaz que la mamá volteá a verlo furiosa, pero no dice nada. La mujer que los acompañaba, volvió a poner los ojos como plato y la mamá comenzó a hablar del pan. El niño pidió una galleta, mamá dijo que sí. La niña pidió un pastelito y claro, dijo que no.

A todo esto la cajera ya me había cobrado y no tenía más qué hacer ahí... Me quedé pensando en el niño... quizá su argumento es reflejo de lo que el papá o alguien más sensato en la familia, le diga a la mamá de esta dieta de la niña, pero ¿quién se interpone entre una mujer y sus conceptos de belleza? También es posible que en unos años, la percepción acertada sobre la dieta de su hermana como algo que no está bien, cambie y comience a pensar que lo correcto es que una mujer, independientemente de su salud, se mate de hambre.