De los hipócritas
Los hipócritas se juntan, se unen, se huelen a miles de millas, se reconocen, se vuelven amigos porque saben que entre ellos, no se delatarán jamás en pro de la hermandad hipócrita mundial.
Son seres tan transparentes, tanto que quizá al ojo del observador común no son evidentes. Un poco como sucedía con las brujas en aquella película de las brujas que convierten a un niño en ratón.
La dificultad para identificarlos está en la maestría con la que los hipócritas ensayan las diferentes situaciones de la vida, desde las más sencillas -como sonreír-, las intermedias -fingir una profesión u oficio- y las más complicadas -soltar la lágrima y fingir el nudo en la garganta-.
Ellos ensayan todo frente al espejo. Para la sonrisa piensan en todos aquellos a los que han engañado antes, quizá por eso es que los hipócritas sonríen y se carcajean muy seguido. La manera de identificarlos es muy simple: cierre los párpados y escuche la risa o intente percibir la vibración y el color de la sonrisa. En una persona que sonríe o ríe sin hipocresía, usted escuchará una risa franca, como una cascada fresca. Si se trata de una sonrisa seguramente sentirá un cosquilleo delicioso que le invade de los pies a la cabeza o un color anaranjado intenso. En el caso de los hipócritas la risa sonará como una caída de aguas sucias, no percibirá ninguna vibración y verá un color café-verdusco.
Ahora veamos cómo practican el oficio, la profesión o aquello a lo que supuestamente se dediquen, y digo supuestamente ya que los hipócritas se dedican a eso, a ser hipocritas, es lo que más tiempo les lleva y les requiere, es su verdadera profesión. Pero para pasar por lo que no son, ensayan, se presentan como profesionales -y luego se quejan cuando les piden el diploma que no tienen y acusan a los potenciales empleadores de discriminarlos por pobres, gays, morenos, ojiazules, etc-, cargan implementos de oficios, por ejemplo una libreta -cuando quieren pasar por escritores-, una guitarra -a la cual sabrán si mucho sacarle una rolita sencilla-, un cuadernillo de dibujo y unos crayones -si se supone son dibujantes- y así, con cada uno de los oficios o profesiones, se les verá usando un implemento que antes los demás reafirme su pretendida profesión u oficio, por los que -cabe mencionar- no tienen ningún respeto. Pero ¿cómo identificar entonces a los hipócritas en estas situaciones? Pues es muy simple, si cargan la libretica, asómese al hombro y verá que no escriben más que ideas punteadas para cuentos o para poemas, quizá para una novela, también puede intentar hablarles de literatura, a lo que responderán que no leen para no contaminarse; si cargan la guitarra u otro instrumentos, pídales que interpreten una pieza de moda, un músico seguro sabrá sacarla, el hipócrita se escudará en que no escucha "ese" tipo de música; si le ve cargando el cuadernillo de dibujo, no es necesario pedirle que le muestre su obra, observe sus mano, un hipócrita jamás las llevará manchadas de carboncillo... y así con cada oficio... En el caso de las profesiones, pídale consejo sobre una construcción, hágales una consulta médica, o debata un concepto teórico con ellos, seguro les dirá que no tiene tiempo, que no sabe decirle nada sin ver antes al paciento o que es más práctico que teórico...
En el caso de las situaciones más complejas, como el llanto y el nudo en la garganta, los hipócritas proceden de manera diferente a la sonrisa, es decir, no tienen referente satisfactorio para llorar, sino que practican frente al espejo pensando en la sopa más horrenda que les hayan obligado a tomar de chicos, en el aceite de ricino o en la probabilidad de ser descubiertos por otros. Esta última técnica la utilizan los más experimentados, los que han creado su vida en torno a una mentira, a su propia mentira. Para descubrirlos proceda a abrazarlos y verá que no hay nada dentro, que el llanto no vibra. Otra técnica, que funciona como con las brujas, es ponerles un niño/a enfrente y más que ver la reacción del chamaco en cuestión, observe al potencial hipócrita, seguro evadirá la mirada del pequeño/a, lo puteará y, en los casos extremos, podrá percibir una leve vibración de mandíbula que revela el miedo, el terror de ser descubierto.
Son seres tan transparentes, tanto que quizá al ojo del observador común no son evidentes. Un poco como sucedía con las brujas en aquella película de las brujas que convierten a un niño en ratón.
La dificultad para identificarlos está en la maestría con la que los hipócritas ensayan las diferentes situaciones de la vida, desde las más sencillas -como sonreír-, las intermedias -fingir una profesión u oficio- y las más complicadas -soltar la lágrima y fingir el nudo en la garganta-.
Ellos ensayan todo frente al espejo. Para la sonrisa piensan en todos aquellos a los que han engañado antes, quizá por eso es que los hipócritas sonríen y se carcajean muy seguido. La manera de identificarlos es muy simple: cierre los párpados y escuche la risa o intente percibir la vibración y el color de la sonrisa. En una persona que sonríe o ríe sin hipocresía, usted escuchará una risa franca, como una cascada fresca. Si se trata de una sonrisa seguramente sentirá un cosquilleo delicioso que le invade de los pies a la cabeza o un color anaranjado intenso. En el caso de los hipócritas la risa sonará como una caída de aguas sucias, no percibirá ninguna vibración y verá un color café-verdusco.
Ahora veamos cómo practican el oficio, la profesión o aquello a lo que supuestamente se dediquen, y digo supuestamente ya que los hipócritas se dedican a eso, a ser hipocritas, es lo que más tiempo les lleva y les requiere, es su verdadera profesión. Pero para pasar por lo que no son, ensayan, se presentan como profesionales -y luego se quejan cuando les piden el diploma que no tienen y acusan a los potenciales empleadores de discriminarlos por pobres, gays, morenos, ojiazules, etc-, cargan implementos de oficios, por ejemplo una libreta -cuando quieren pasar por escritores-, una guitarra -a la cual sabrán si mucho sacarle una rolita sencilla-, un cuadernillo de dibujo y unos crayones -si se supone son dibujantes- y así, con cada uno de los oficios o profesiones, se les verá usando un implemento que antes los demás reafirme su pretendida profesión u oficio, por los que -cabe mencionar- no tienen ningún respeto. Pero ¿cómo identificar entonces a los hipócritas en estas situaciones? Pues es muy simple, si cargan la libretica, asómese al hombro y verá que no escriben más que ideas punteadas para cuentos o para poemas, quizá para una novela, también puede intentar hablarles de literatura, a lo que responderán que no leen para no contaminarse; si cargan la guitarra u otro instrumentos, pídales que interpreten una pieza de moda, un músico seguro sabrá sacarla, el hipócrita se escudará en que no escucha "ese" tipo de música; si le ve cargando el cuadernillo de dibujo, no es necesario pedirle que le muestre su obra, observe sus mano, un hipócrita jamás las llevará manchadas de carboncillo... y así con cada oficio... En el caso de las profesiones, pídale consejo sobre una construcción, hágales una consulta médica, o debata un concepto teórico con ellos, seguro les dirá que no tiene tiempo, que no sabe decirle nada sin ver antes al paciento o que es más práctico que teórico...
En el caso de las situaciones más complejas, como el llanto y el nudo en la garganta, los hipócritas proceden de manera diferente a la sonrisa, es decir, no tienen referente satisfactorio para llorar, sino que practican frente al espejo pensando en la sopa más horrenda que les hayan obligado a tomar de chicos, en el aceite de ricino o en la probabilidad de ser descubiertos por otros. Esta última técnica la utilizan los más experimentados, los que han creado su vida en torno a una mentira, a su propia mentira. Para descubrirlos proceda a abrazarlos y verá que no hay nada dentro, que el llanto no vibra. Otra técnica, que funciona como con las brujas, es ponerles un niño/a enfrente y más que ver la reacción del chamaco en cuestión, observe al potencial hipócrita, seguro evadirá la mirada del pequeño/a, lo puteará y, en los casos extremos, podrá percibir una leve vibración de mandíbula que revela el miedo, el terror de ser descubierto.
Comentarios
Alergia producen estos insectos rastreros... aghhh
Si como hablaran crearan...
Nancy: un tip más, buscá, como en los 7 errores de la prensa, cositas que a los demás son imperceptibles, pero que los delatan porque son pequeños descuidos provocados por el ego, por la pretención de haberle tomado el pelo al todo el mundo, como lo de las manos limpias en los dibujantes :)
Lizzyberth:sip, muchos son vampiros energéticos ;)
Conozco a un par de personas así, una es amiga mia. Pero desde que percibi la hipocresia en ella, aprendi a guardarme cosas importantes y personales para mí sola...
Nunca sabes en realidad quienes son las personas a las que conoces y quizas nunca lo sabrás...