Rafael

Un poco en serio, un poco en broma, siempre me he referido a Rafael Menjívar Ochoa como mi Master... y con esto no me refiero al maestro que impone, si no al Master jedi que te da las herramientas para que vos mismo encontrés el camino de tu voz en la literatura, para que sepás diferenciarla de todas las demás y sepás también cómo acercarte a tus iguales, no solamente los que están en alguna otra etapa del proceso de escribir, si no los que ya son los grandes, los clásicos, los meros meros... y eso ha sido sólo una parte de lo que he aprendido a lo largo de los años con él... a reconocer que, sin pena a ser considerada prepotente, puedo decir que otros como Tolstoi, Balzac, Maupassant y Baudelaire son también mis iguales, mayores y más experimentados, pero mis iguales al fin y al cabo.

Conocí a Rafa en un taller literario que una de las editoriales con sede en Guate realizó para una feria del libro. Unos meses antes, sintiendo la necesidad de entrar en contacto con otros que amen la lite, había acudido a un taller literario en uno de esos edificios antiguos de la ciudad de Guatemala, un taller de poesía que fue nefasto... el tipo que lo dirigía me humilló en público, ante un público masculino, que al ser yo la única mujer se burló alegremente -y sin haberme leído-... claro que luego de una pequeña incursión al baño para llorar la rabia, me fui y juré no poner un pie en ningún taller literario. Afortunadamente no fue así.

Pasando las hojas de un diario ví la convocatoria para el taller... Rafael Menjívar Ochoa decía... jamás había escuchado hablar de él, pero el nombre me pareció terriblemente musical, y bueno, mis decisiones muchas veces están basadas en sonidos o en sensasiones... y recuerdo que su nombre me trajo la sensación de alegría (¿?) que me daban unos zapatos tornasol que había tenido, unos que cambian de color según la luz.. así que guiada por la sensación de alegría que la musicalidad de su nombre me había provocado, decidí enviar unos textos... fragmentos de texto decía la convocatoria.... los fui a dejar a la oficina de la editorial y unos días después cayó en mi correo una invitación al taller. Me sentí feliz, pero también me embargó el miedo... qué tal si me tocaba encontrarme con otro cabrón que me humillara en público... pero no, una persona con un nombre tan hermoso no podía ser un cabrón, me consolé y el sábado que iniciaba el taller llegué con mis textos y a partir de ahí, de ese mismo momento, inició una amistad entrañable, maravillosa que me ha acompañado los últimos cinco años y pico de mi vida.

Me encontré con unos ojos verdes hermosos, con una sonrisa que se escondía tras un cigarrillo y con una voz calma, terriblemente calma, que confirmó que no, no me encontraba frente a ningún cabrón, si no simplemente frente a alguien que sabía mucho de literatura, muchísimo y que tenía un ego tan firme, tan enorme al mismo tiempo, que podía dejar que me tomara de la mano y me llevara por el mundo de las letras.

A ese taller siguió otro también partocinado por la misma editorial y de ahí, con algunos viajes a la hermana república de El Salvador -la cual he aprendido a amar y a admirar a su gente y su alegría- me integré a la Casa... sí la Casa del escritor, la antigua casa del Salarrué, pequeña y extremadamente verde y llena de gente que, a la larga, se converitría en mi familia.

Ellos son tus iguales, me dijo Rafa, y fueron los primeros iguales que identifiqué antes de, claro, sentir como mis iguales a los más grandes.... y sí... ellos eran mis iguales, igual de outsiders que yo, igual de freaks y de geeks cada uno en su onda... mara que estudiaba mate, economía, derecho, ingeniería, letras, periodismo, pero que muy a su manera eran poco convencionales. Mara mayor unos años que yo, otros mucho menores, pero al final mis iguales.

Rafa por otro lado, además de guiarme por el camino de la lite, sin obligarme, ni siquiera insinuar que tenía que escibir como él o para complacerlo a él -como suele suceder en otros talleres-, me acompañó para mi suerte -y quizá para la suya- en muchos otros procesos de la vida no relacionados con la lite... estuvo ahí cuando fuí capaz de enamorarme de nuevo, luego de que un poco más de un año antes me habían hecho trizas el corazón... estuvo con cada etapa que pasé cuando la relación a la que entré con tantas ganas me fue desgastando, estuvo ahí para decirme "si quieres volver, vuelve, pero no olvides lo que has aprendido", estuvo cuando en menos de un mes perdí el trabajo, el chavo, a mi viejo y a una amiga que por razones más de ego que racionales, decidió echarme mierda con ventilador... y él siempre estuvo para decirme que recordara quién soy, lo que soy y el amor por lo más importante en su vida y en la mía: la lite.

Cuando Rafa venía a Guate o cuando yo iba por allá, pasábamos horas hablando y no, no se crean, no sólo de literatura, no! hablabamos de lo que al final hace la literatura... es decir de la vida, él me contaba, yo le contaba, nos reíamos y tomábamos cocacola, fumábamos como degenerados -él rojos, yo mentolados- y podíamos pasar 10 horas o más en la parrafeada. Luego comenzamos a ver películas y él me enseñó a ver en ellas herramientas que podían servirme para la literatura... por ejemplo los fondos en Quién le teme a Virginia Woolf, los diálogos entre Brad Pitt y George Clooney en Ocean´s eleven, el manejo del tiempo en The fight club, el dinamismo en la trilogía de Indiana Jones (que hasta que ví con él, reconozco, no conocía), la importancia del lenguaje del cuerpo en Dog Ville, y podría seguir y seguir... también me enseñó, quizá una de las cosas más importantes para un escritor... y es que el 80% de lo que uno escribe es mierda, y que hay que saber diferenciar el 20% que funciona, y trabajarlo como artesano, como escultor... y sí Rafa me ha enseñado muchas cosas, quizá como nadie en mi vida, de ahí, que a diferencia de mis compañeros de la Casa, yo le llame, sin temor a que me juzguen... Master, así, con M mayúscula.

Ahora mi Master está enfermo, hemos podido hablar poco, pero él sigue ahí, en esos ojos verdes hermosos que lo leen a uno de entrada, con esa voz terriblemente calma que es capaz de espantar todas las angustias, de relativizar todos los dramas... y tengo tanto qué hablar con él, tanto que decirle y contarle, quisiera presentarle a unas personas a las que me encantaría conociera, porque sé que al igual que yo, quedaría maravillado por su luz y su fuerza, tengo ganas de desvelarme con él, de ver películas...

Así que les pido, les suplico que si por su muro aparece la página Fuerza Rafa denle un click a me gusta para que más gente se entere de la peregrina etapa por la que está pasando a causa del cáncer de colon y quizá puedan ayudarnos... también si sus corazones les dicen o sus bolsillos lo permiten pueden colaborarnos con plata para sufragar los gastos de las cuentas hospitalarias...

Comentarios

la-filistea ha dicho que…
Mano, estos son esos temas con tanto sentido que de veras uno no sabe que decir. Que todo salga como esperás y como esperan todos los que lo quieren.
Fuerza a tu Master Jedi. Así sea!

Abrazos!
Denise Phé-Funchal ha dicho que…
Gracias vos. Abrazos

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