La felicidad de a cinco ... o menos
5 pesos es lo que vale la felicidad. No la felicidad completa, sino la felicidad en migas, en trocitos de pastel. Precisamente eso era lo que me entregaban -a veces- los vendedores ambulantes de los buses, que probablemente desaparezcan con la generalización de los transurbanos y transmetros. Algunas migas de felicidad en 5 pesos que conseguí en mis muchos años de andar en buses fueron:
- una flauta (muy desafinada) que me permitió tocar de nuevo la tonada imperial de Star Wars, vale decir que es de la única que recuerdo dónde van los dedos y en qué momento levantarlos y que sí, en lo técnico, es lo único que sé de música.
- un spiderman con manitas de goma que uno tira a un vidrio o espejo y que va cayendo mientras uno canta, spiderman, spiderman nana naná spiderman.
- aunque nunca lo compré, me encantaban las promociones de pomadas y ungüentos que todo lo curan, más que el rábano yodado de Laínez.
- tampoco lo compré, pero ¿han escuchado cuando gritan: ¡la última cena! la última cena! de las cucarachas!"'? para promocionar un polvito blanco que se supone elimina a todas la cucaramacaras. La felicidad en este caso, como en el de las pomadas, está en el speech de los vendedores
- manuales de inglés en los que enseñan a pronunciar fonéticamente y en los que uno encuentra expresiones tipo jaguar yu, guer canai teik de bos o ai liv in dis bloc
- uno de los que más me ha hecho reír, lapiceros de gel aprobados por el Ministerio de Educació, que además, pos sí, resultaron ser buenos lapiceros de a 3 por 5.
Comentarios
te diré que las pomaditas han funcionado (o al menos en mi cabecita... jejeje)
besos amore..
beso dear