Sobre la sentencia contra Raúl Figueroa
Este país está lleno de títeres. Cada cierto tiempo toca verlos en acción, como sucedió en las dos últimas sesiones del juicio contra Raúl Figueroa. El caso, ya conocido por muchos, se interpuso por una supuesta mutilación a una fotografía del estudiante de derecho y trabajador del Tribunal 4to de sentencia penal, Mardo Arturo Escobar, para la portada de la novela Cualquier forma de morir de Rafael Menjívar Ochoa.
El 28 de julio ante los jueces, Escobar reconoció que había dado autorización verbal para la utilización de la fotografía, pero dijo que se había dado cuenta de que ésta había sido utilizada cuando vio el libro en una vitrina. Seguramente se golpeó la cabeza muy fuerte y se le olvidó que antes de la fecha señalada por él, como el momento en que ve el libro en vitrina, se le habían entregado ya varios ejemplares (Raúl presentó pruebas de esto) y que él mismo había ido a buscar a Rafael Menjívar a F&G para que le firmara una copia. En esa sesión de julio, los jueces -que tenían cara de gente razonable y justa, si algo así es posible- suspendieron la sentencia hasta el jueves 6 de agosto, pero antes, le dieron una reverenda puteada a Mardo Arturo Escobar por la absurdidad del caso.
Hasta allí todo parecía bien, todo parecía apuntar a absolver a Raúl Figueroa y a parar las intenciones de Escobar de obtener 70 mil quetzales por una fotografía, cuando él mismo no se reconoce como fotógrafo y reconoce que jamás ha vendido una foto, ni por un par de pesos.
El 6 de agosto, se convocó para las conclusiones del caso. Habló la fiscalía, habló el abogado de Escobar, Escobar se negó a hablar, habló el abogado de Raúl y Raúl dirigió unas palabras a los jueces. Se retiraron a deliberar y convocaron a las 4 30 de la tarde para leer la sentencia final. A las 5 y pico reapareció Escobar con su abogado, los fiscales, alguna secretaria y todos parecían contentos, hablaban como si tuvieran ya la respuesta, como si la respuesta fuera favorable a ellos. Hablaban como lo que son, compañeros de trabajo.
Minutos después aparecieron los jueces y se dio paso a la lectura de una sentencia absurda. Una lectura que dejó en claro por qué fiscales, secretarias, acusador y abogado, estaban "viva la flor " antes de la sentencia. Todas las pruebas, incluso los testimonios de la defensa, fueron utilizadas y reinterpretadas para condenar a Raúl, cuyas declaraciones por cierto, no fueron tomadas en cuenta en ningún momento. La sentencia de culpabilidad se dictó a pesar de que una vez más el tribunal puteó a Mardo Arturo Escobar, le negó los 70 mil quetzales que pedía por compensación y dejó en claro que él había dado autorización verbal y que no hay forma de probar que el uso de la foto le provocara daño alguno, a él cuya única exposición de fotos había sido en el lobby del Tribunal. A pesar de esto, la sentencia fue un año de cárcel conmutable por 25 Q por día (9, 125 Q), una multa de 50 mil Q y el pago de las costas judiciales. Todo esto con un período de gracia de dos años. Es claro que la sentencia había sido preestablecida, negociada para condenar a Raúl, escrita a la carrera.
¿Qué pensar de una sentencia como ésta? ¿qué pensar de unos jueces que reconocen que ningún daño ha sido provocado contra la "obra" de Escobar pero que de todas formas condenan a Raúl Figueroa? En los años que tengo como socióloga de conocer el trabajo de F&G -que son más de los años que tengo de conocer a Raúl-, solamente una cosa me parece posible. Todo esto, todo este caso absurdo, tiene otra intención. Intimidar. Hastiar a Raúl para que deje su trabajo como editor, como uno de los pocos editores que, en los años de supuesta paz, ha publicado investigaciones que ayudan a esclarecer la realidad guatemalteca, el cruel pasado de guerra, las injusticias y violencias cometidas y tapadas desde el Estado.
Mardo Arturo Escobar, los jueces, los fiscales, no son más que títeres que responden a las ordenes y probablemente a los cheques que desde arriba se extienden para que este caso haya tenido una sentencia estúpida, contradictoria, que responde solamente a la voluntad de muchos en el poder de continuar escondiendo la realidad, reprimiendo la verdad y a aquellos que la exponen.
Hace un par de noches en casa de Raúl recordaba con nostalgia los momentos de la transición a la democracia y de la firma de la paz. Momentos en los que mi joven ser pensaba que las cosas iban a cambiar, que los muertos de los que la prensa había hablado en los primeros 18 años de mi vida, tendrían a través de otros la oportunidad de dar a conocer la verdad. Pero esta mierda de sistema no lo permite, intimida a los que le dan voz a los muertos, a los que exponen las injusticias y las realidades de nosotros, pobres pueblos sumergidos en la sangre del pasado, en la de muertos frescos. Los poderes de la muerte y de la mentira se esconden tras títeres en la macabra representación de la justicia.
A pesar de que mi fe en lo humano está desde hace años a punto del colapso, del suicidio; expresiones de apoyo como las que encontrarán en el blog dedicado a denunciar las injusticias en contra de Raúl Figueroa y de F&G editores, le dan un poco de oxigeno. Como dijo José Luis Perdomo luego de la lectura de la sentencia, con ésta se nos condenó a todos, y con este todos, creo que se refería a los que aún creemos que es necesario conocer las verdades que configuran nuestro pasado para poder actuar en el futuro, para que las cosas cambien, para que se acabe esta tradición de silencio... Raúl Figueroa ha gritado la verdad por nosotros durante mucho tiempo, es momento de que todos gritemos con él.
El 28 de julio ante los jueces, Escobar reconoció que había dado autorización verbal para la utilización de la fotografía, pero dijo que se había dado cuenta de que ésta había sido utilizada cuando vio el libro en una vitrina. Seguramente se golpeó la cabeza muy fuerte y se le olvidó que antes de la fecha señalada por él, como el momento en que ve el libro en vitrina, se le habían entregado ya varios ejemplares (Raúl presentó pruebas de esto) y que él mismo había ido a buscar a Rafael Menjívar a F&G para que le firmara una copia. En esa sesión de julio, los jueces -que tenían cara de gente razonable y justa, si algo así es posible- suspendieron la sentencia hasta el jueves 6 de agosto, pero antes, le dieron una reverenda puteada a Mardo Arturo Escobar por la absurdidad del caso.
Hasta allí todo parecía bien, todo parecía apuntar a absolver a Raúl Figueroa y a parar las intenciones de Escobar de obtener 70 mil quetzales por una fotografía, cuando él mismo no se reconoce como fotógrafo y reconoce que jamás ha vendido una foto, ni por un par de pesos.
El 6 de agosto, se convocó para las conclusiones del caso. Habló la fiscalía, habló el abogado de Escobar, Escobar se negó a hablar, habló el abogado de Raúl y Raúl dirigió unas palabras a los jueces. Se retiraron a deliberar y convocaron a las 4 30 de la tarde para leer la sentencia final. A las 5 y pico reapareció Escobar con su abogado, los fiscales, alguna secretaria y todos parecían contentos, hablaban como si tuvieran ya la respuesta, como si la respuesta fuera favorable a ellos. Hablaban como lo que son, compañeros de trabajo.
Minutos después aparecieron los jueces y se dio paso a la lectura de una sentencia absurda. Una lectura que dejó en claro por qué fiscales, secretarias, acusador y abogado, estaban "viva la flor " antes de la sentencia. Todas las pruebas, incluso los testimonios de la defensa, fueron utilizadas y reinterpretadas para condenar a Raúl, cuyas declaraciones por cierto, no fueron tomadas en cuenta en ningún momento. La sentencia de culpabilidad se dictó a pesar de que una vez más el tribunal puteó a Mardo Arturo Escobar, le negó los 70 mil quetzales que pedía por compensación y dejó en claro que él había dado autorización verbal y que no hay forma de probar que el uso de la foto le provocara daño alguno, a él cuya única exposición de fotos había sido en el lobby del Tribunal. A pesar de esto, la sentencia fue un año de cárcel conmutable por 25 Q por día (9, 125 Q), una multa de 50 mil Q y el pago de las costas judiciales. Todo esto con un período de gracia de dos años. Es claro que la sentencia había sido preestablecida, negociada para condenar a Raúl, escrita a la carrera.
¿Qué pensar de una sentencia como ésta? ¿qué pensar de unos jueces que reconocen que ningún daño ha sido provocado contra la "obra" de Escobar pero que de todas formas condenan a Raúl Figueroa? En los años que tengo como socióloga de conocer el trabajo de F&G -que son más de los años que tengo de conocer a Raúl-, solamente una cosa me parece posible. Todo esto, todo este caso absurdo, tiene otra intención. Intimidar. Hastiar a Raúl para que deje su trabajo como editor, como uno de los pocos editores que, en los años de supuesta paz, ha publicado investigaciones que ayudan a esclarecer la realidad guatemalteca, el cruel pasado de guerra, las injusticias y violencias cometidas y tapadas desde el Estado.
Mardo Arturo Escobar, los jueces, los fiscales, no son más que títeres que responden a las ordenes y probablemente a los cheques que desde arriba se extienden para que este caso haya tenido una sentencia estúpida, contradictoria, que responde solamente a la voluntad de muchos en el poder de continuar escondiendo la realidad, reprimiendo la verdad y a aquellos que la exponen.
Hace un par de noches en casa de Raúl recordaba con nostalgia los momentos de la transición a la democracia y de la firma de la paz. Momentos en los que mi joven ser pensaba que las cosas iban a cambiar, que los muertos de los que la prensa había hablado en los primeros 18 años de mi vida, tendrían a través de otros la oportunidad de dar a conocer la verdad. Pero esta mierda de sistema no lo permite, intimida a los que le dan voz a los muertos, a los que exponen las injusticias y las realidades de nosotros, pobres pueblos sumergidos en la sangre del pasado, en la de muertos frescos. Los poderes de la muerte y de la mentira se esconden tras títeres en la macabra representación de la justicia.
A pesar de que mi fe en lo humano está desde hace años a punto del colapso, del suicidio; expresiones de apoyo como las que encontrarán en el blog dedicado a denunciar las injusticias en contra de Raúl Figueroa y de F&G editores, le dan un poco de oxigeno. Como dijo José Luis Perdomo luego de la lectura de la sentencia, con ésta se nos condenó a todos, y con este todos, creo que se refería a los que aún creemos que es necesario conocer las verdades que configuran nuestro pasado para poder actuar en el futuro, para que las cosas cambien, para que se acabe esta tradición de silencio... Raúl Figueroa ha gritado la verdad por nosotros durante mucho tiempo, es momento de que todos gritemos con él.
Comentarios
grrrrrrrrr
Mi solidaridad con Raúl, que me parece que es una persona honrada como pocas.