Volver
Hace unos días soñé que podía verme desde fuera. No, esta vez no se trató de uno de esos extraños episodios de desdoblamiento sino de un sueño como los demás. En el sueño me seguía (yo a mi) a con una cámara de video y me filmaba en cosas cotidianas, como peinarme y comer, como leer y estar, justo como ahora, frente a la compu. Este sueño creo, está relacionado a las personas que volví a ver luego de uhhh… 10 y 1 año.
Tuve la dicha de ver a Mayarí unos días, más que las otras veces, teníamos un año sin vernos, ella se fue a México a estudiar y durante los cuatro años que lleva fuera, nos habíamos visto pocas veces a pesar de que ella pasa varios días al año en Guate. Mi trabajo de antes no me permitía estar, simplemente estar allí cuando ella venía, pero este año, trabajando en casa, tuve la oportunidad de tenerla acá, platicando mientras yo terminaba los quehaceres del chance. Volver a verla me hizo mucho bien, me hizo feliz, me hizo recordar esas épocas de
Como he mencionado, el 2008 (me) fue un año perverso, una larga temporada de Saturno (el que pide cuentas y el del Karma) en mis casas. Esto me tenía a final del año pasado en una especie de Roller coaster (no de love) de replanteamiento de lo que soy, de la evolución que he tenido en los últimos 32 años. Ver a Maya me puso frente a lo que siempre he sido, me puso frente a parte de mi esencia: ser una revienta burbujas. Reactivó en mí el espíritu crítico que el 2008 había secuestrado. Me encontré de nuevo leyendo el periódico compulsivamente, revisando las noticias internacionales, planteándole a mi brócoli preguntas sobre la crisis financiera, recuestionando (sí, una vez más) a la izquierda y a los ejem… “movimientos sociales” que se dan en el país. Maya, que cambió la socio por la ingeniería ambiental, posee uno de esos espíritus, una de esas esencias maravillosas que llenan de color naranja todos los espacios y que llenan la cabeza de púrpura, el color de la energía mental, de la creación, del cuestionamiento.
Luego la semana pasada encuentro en mi buzón de correo físico una tarjetita que decía “Denise soy Roberto de medicina, si vivís aún acá dame una llamada, mi tel es XXXXXXXX estoy acá hasta el
Roberto cambió la medicina por una de sus parientas y colegas, la bioquímica. En octubre de 1998, cuando terminó el ciclo escolar, Roberto nos anunció que desde junio tenía una beca en los estados (¿le dicen así a E.U.A en otro lado del mundo?) para estudiar bioquímica y que Laura, su novia y ahora su brujer (en un sentido positivo ¿eh?), se había conseguido también una beca para estudiar cocina, así que se fueron. Eran los días del huracán Mitch, yo no tenía celular ni teléfono de casa, llamé un par de veces para despedirme, pero nada, los teléfonos estaban muertos. Roberto era un compañero espectacular para estudiar, tenía la facilidad de explicar las cosas más complicadas de la manera más simple, hacía dibujitos. Y bueno, justo ahora que me encuentro terminando de construir la parte teórica de una investigación sobre el enamoramiento y sus humores, zaz! aparece el pinche Roberto! Hace unas semanas vi en el Discovery channel un documental sobre el papel de los olores en el proceso del enamoramiento y del amor. Por sugerencia de uno de los asesores había ya recopilado algunos artículos de Internet en los que se hablaba del proceso, pero no les había entrado en parte por tiempo, en parte por sentirme oxidada en cuestiones de química y bioquímica. El domingo llegó la salvación, en menos de una hora, mientras Laura ocupaba mi cocina, con esquemas como los de hace 10 años, entendí dónde estaba, qué pasaba y cómo pasaba lo que el documental decía. De esto logré construir una serie de preguntas para el proceso práctico de la investigación. Sentí que mi cerebro terminaba de despertar.
Esta semana vi las cosas con otros ojos. Verme en ellos, ver cómo he cambiado y al mismo tiempo he seguido siendo la misma, resultó una experiencia extraña, el final de un ciclo.
Comentarios
Un brindis por los amigos!
Saludos harrrmana.