Cosa extraña
Cosa extraña es la sinceridad. Hay gente que juega con ella, que finge hasta que obtiene lo que quiere sin decir directamente a los que pide ayuda, cuáles son sus objetivos. El limosnero novato que dice necesitar dinero para comer, pensará luego de que el efecto de su verdadero alimento termine, que es mejor moverse de lugar. Evitará la pena de ser visto con resaca, la posibilidad de ser señalado y peor aún, de ser ignorado por haber mentido -según unos-, por haber pecado -para otros-.
Volverá a pedir pero en otra calle.
Para cada mendigo hay un observador. El observador sabe que lo que comprarán las monedas es alcohol y que el alcohol lleva a muchas alegrías y a muchas desgracias. Pero semana a semana, a veces día tras día sigue dando monedas. Si el limosnero se mueve unas cuadras, se desvía, le da dinero, a veces ropa. Cree que el mendigo agradecerá la contribución al ejercicio de su libre albedrío y él, por otro lado recibe las delicias de la observación, incluso disfruta del diálogo eventual, de los deseos de cambio que el mendigo expresa de vez en cuando. Sabe que hay un peligro, pero cree que no pasará.
Salven los dioses al observador cuando el mendigo se convierta en pastor. Más aún, cuando se transforme en profeta y comience a hablar sin razón. Guarde Zeus al observador cuando el mendigo vestido con traje interprete los libros y reniegue de las monedas, cuando lo señale por las calles y se anticipe a las casas a alertar sobre él. Cuando diga que nunca le ayudó y condene a aquellos que le hablan. Cuando crea que posee la verdad y quiera que todos le alaben.
Pero guarden los dioses solamente un momento al observador, que luego necesitarán volver su mirada al mendigo profeta, que volverá a embriagarse en medio de religión y de palabras, de textos sobre la verdad y lo correcto, en medio de la comodidad y su razón impuesta. Consuelen los dioses al limosnero pastor en los segundos que aceptará que sigue siendo un mendigo. Apiádense de él cuando la verdad se le agote, cuando las puertas se cierren en sus narices, cuando intente vender sus palabras y nadie le crea, cuando quiera volver a ser mendigo y no pueda por ser respetable pastor.
Son preferibles los mendigos que frente a Mac Donald´s piden "un quetzal para un big mac" o aquellos que descaradamente piden para un trago.
Volverá a pedir pero en otra calle.
Para cada mendigo hay un observador. El observador sabe que lo que comprarán las monedas es alcohol y que el alcohol lleva a muchas alegrías y a muchas desgracias. Pero semana a semana, a veces día tras día sigue dando monedas. Si el limosnero se mueve unas cuadras, se desvía, le da dinero, a veces ropa. Cree que el mendigo agradecerá la contribución al ejercicio de su libre albedrío y él, por otro lado recibe las delicias de la observación, incluso disfruta del diálogo eventual, de los deseos de cambio que el mendigo expresa de vez en cuando. Sabe que hay un peligro, pero cree que no pasará.
Salven los dioses al observador cuando el mendigo se convierta en pastor. Más aún, cuando se transforme en profeta y comience a hablar sin razón. Guarde Zeus al observador cuando el mendigo vestido con traje interprete los libros y reniegue de las monedas, cuando lo señale por las calles y se anticipe a las casas a alertar sobre él. Cuando diga que nunca le ayudó y condene a aquellos que le hablan. Cuando crea que posee la verdad y quiera que todos le alaben.
Pero guarden los dioses solamente un momento al observador, que luego necesitarán volver su mirada al mendigo profeta, que volverá a embriagarse en medio de religión y de palabras, de textos sobre la verdad y lo correcto, en medio de la comodidad y su razón impuesta. Consuelen los dioses al limosnero pastor en los segundos que aceptará que sigue siendo un mendigo. Apiádense de él cuando la verdad se le agote, cuando las puertas se cierren en sus narices, cuando intente vender sus palabras y nadie le crea, cuando quiera volver a ser mendigo y no pueda por ser respetable pastor.
Son preferibles los mendigos que frente a Mac Donald´s piden "un quetzal para un big mac" o aquellos que descaradamente piden para un trago.
Comentarios
Que cuadro tridimensional te tiraste.
Exelente como siempre!