Día de muertos
Pasé ayer un día maravilloso con Jus, ya quisiera que fuera en Argentina, pero no, quizá el otro año si logro juntar la plata para ir unas tres semanas a recorrerme ese hermoso país, del que Jus se enamoró hace algunos años y que lo ha mantenido fuera de Guatemala por casi cinco. Nos topamos en el internet a eso de la 1 y media de la tarde de acá (tuve cena con Claudia, Lilo y Mr. Bach que me dejó pensando ondas de madrugada), yo estaba terminando cosas del trabajo, escribiendo un cuento y escuchando les Luthiers cuando Jus se aparece y pregunta qué hago… le digo que nada, nada como siempre significa trabajar, escribir o pendejear en la red, cosa que él ya sabe, me pregunta qué diablos escribo, le envío el cuento y comenzamos a hablar de un sinfín de cosas, de locuras y comportamientos extraños que suscita la muerte de alguien cercano, le conté de los ojos de mi madre en el espejo y de que eso me hizo dejar el maquillaje a un lado, me cuenta de la muerte de su abuela y de la certeza de haberla visto caminar por la casa, Jus estaba chico relativamente (16 años) y la perseguía por la casa, perseguía un espejismo dice él.
Luego la plática derivó en la memoria que guardan las paredes, en la teoría de que algunos materiales de construcción son capaces de grabar imágenes y sonidos, hablamos entonces de los fantasmas, de la afición y terror de ver fotografía mortuoria, le cuento que me he conseguido un manual de tanatología y de necropsias y le digo que una de las fotos que aparece en el manual me recuerda terriblemente al primer muerto que vi de cerca, sobre la losa de la morgue, de la mirada apagada, de la córnea opaca, le cuento lo del movimiento de cabeza del muerto y del desmayo de mis compañeras de clase y nos cagamos de la risa recordando las leyendas de Guate. Jus es, aparte de mi hermano, la única persona que conozco que recuerda el programa de como me lo contaron te lo cuento, un programa narrado por Héctor Gaitán en los ochentas y noventas en los que él y las personas que llamaban, contaban historias de fantasmas. A todo esto era ya medio día, más bien era momento para comer algo, mi medio día es como a las cuatro de la tarde, quedamos de cada uno ir por algo de comer y unas cervezas cada uno por su lado y luego seguir platicando, tuve la suerte de que mi señal de internet estuviera la suficientemente estable y rápida para poder conectar la cámara y permitir que Jus me viera en la degustación del vino (no, no me gusta la chela) y darle carita con las pizzas de Al Maca.
Volvimos a la plática sobre fantasmas, le conté una de las historias que recordaba del mentado programa, una en la que un tipo que viene del interior a estudiar a Guate, se queda en una casa de huéspedes y que por las noches escuchaba una fiesta, voces y miraba de vez en cuando a un niño entrar en su habitación, glupppp. La historia, según decía el escucha que llamó en esa ocasión, termina en que levantan el piso del cuarto y se encuentran con que éste estaba hecho a base de lápidas (gluppps). Él me contó una de una mujer que se aparecía en un rincón y de un güiro que lloraba, que durante el terremoto del 76, al caerse una pared, se dan cuenta que ella y el niño están emparedados. Le cuento entonces de los muertos de la fac de medicina. Cuando cambiaron la fac a las instalaciones actuales del CUM y tuvieron que desocupar los edificios del campus central, encontraron en una habitación que había sido cerrada y olvidada, dos cadáveres que según las declaraciones del decano de ese entonces tenían “más de 20 años de vivir en la universidad”, desde el momento en el que las clases de anatomía no se impartieron más con muertos de a deveritas y se comenzaron a usar los modelos anatómicos; las clases de medicina forense, y especialmente las necropsias se convirtieron entonces en clases de especialización o voluntarias. En esas (las clases voluntarias) estaba yo en segundo año de medicina, hace uuuuu un chingo de tiempo, allí me encontré a mi primer muerto: un XX hombre de unos 40 años, asesinado –aparentemente- por un machetazo en la cabeza (cuando lo estaban suturando de la cabeza, uno de los compas jaló mucho y la cabeza se movió, de allí el desmayo de mis cuatas), este cuate cuando lo abrimos apestaba a indita (aguardiente nacional), descubrimos luego de examinar a fondo el cuerpo, que la causa de muerte era ahogamiento, lo habían molido a golpes, el cuerpo demostraba una hemorragia interna controlable, pero el tracto intestinal y los pulmones estaban llenos de vómito, seguramente el cuate como reacción a los golpes y a la hemorragia interna, vomitó y se ahogó; el machetazo -luego de estudiar el cuerpo- había sido Post Mortem, tanto el cerebro como el tejido que cubre el cráneo no presentaban hemorragia. Otros muertos que encontré allí y que impactaron fueron: un bebé hermoso que el papá había matado por accidente: se resbaló y la cabeza del niño topó con la esquina de una mesa, lo que provocó el desnucamiento; una niña sietemesina, ahorcada con el cordón umbilical de su gemela; una mujer con seis meses de embarazo muerta por peritonitis. Jus por su lado me contó de los muertos que vio cuando trabajaba en Guate, Jus es periodista, y varias veces le tocó ver cadáveres de suicidas, lo que nos llevó a hablar del gran tabú que existe sobre el tema, la falta de estudios sobre lo mismo, la falta de estadísticas confiables. Me contaba de un caso, quizá el que más le impactó, de una mujer que envenenó a sus seis hijos, los vecinos de
Pasamos así la tarde, hablando de muertos y tabúes. Siempre nos decimos que nos pondremos al día del trabajo, los chambres y la universidad, pero siempre, inevitablemente, paramos hablando de cosas más importantes: la locura, los fantasmas, la muerte.
Comentarios
Pero yo insisto, no debe ser tan feo morirse, porque toooooooodo el mundo, tarde o temprano, para haciéndolo.
No, si definitivamente la muerte no es fea en sí, es fea en lo que produce en uno, la onda de hacerte consciente de tu debilidad, de lo fácil que podés desaparecer... eso es lo que aterroriza
Eso de la mamá que envenenó a sus hijos me pegó fuerte.
Mas que todo esa vaina del suicidio que todavía no me cala, es decir que aun rechazo en cierta forma ese acto quizá debería de ponerme a estudiar más sobre el caso.
Yo no hubiera dormido con lo miedosa que soy.
Y como verás yo también un poco contagiada de ese prejuicio aunque me excuso en la curiosidad que me dá desde el punto de vista psicológico.