De los amores y las cárceles de papel
A veces es necesaria la limpieza del alma y de la casa. Durante años he acumulado cosas, sentimientos, papeles y documentos. A cuatro meses de tratamiento psicológico, es el momento de sentarme algunos días y depurar el alma, la casa, la compu.
Hay amores que se impregnan en el ambiente, en mi caso uno de los grandes amores de los últimos diez años ha sido la medicina. Realmente difruté durante mi paso por esta carrera, aprender sobre el cuerpo humano, su formación, su química y procesos fisiológicos, que nos enseñan cuán débiles somos. Guardé durante todos estos años, papeles, cuadernos y libros. Deberé depurar eso y quedarme con el conocimiento, el libro de pato, de bioquímica y de fisio, que fueron mis materias preferidas.
Otros amores que he de depurar son los documentos de sociología, muchas fotocopias subrayadas, anotadas al margen que disfruté en su momento pero que estoy segura no he de volver a leer.
Este ejercicio responde no solamente a la necesidad de depurar espacios y reciclar papeles, si no también a deshacerme del fantasma de las “predeterminaciones psicológicas” como les llama Marie Hélène (mi psico) y que consisten en las herencias, casi, casi, maldiciones generacionales que permiten justificar muchos de nuestros actos diciendo: “esto lo heredé de mi má, de mi abuela” o de cualquiera a quien se responsabilice de la incapacidad de cambiar actitudes y costumbres. En el caso de mi familia, es la acumulación de cosas, de chunches como decía mi madre, a fin de tener cosas a la cuales recurrir, por si en algún momento se quiere consultar, verificar un recuerdo, un dato o what ever. Tener una museo-biblio-hemero-docuteca personal, no sólo de papeles y libros, si no de cosas, sentimientos, recuerdos, cartas y demás.
Pero esa acumulación llega a pesar, pesa terriblemente y se convierte en una cárcel de papel que recuerda a cada momento lo que debí, pude, quise ser y uno de alguna manera vuelve al pasado y puede dejarse atrapar.
Finalmente y quizá la depuración más importante, es la ligada a los sentimientos. Tengo cartas, papelitos rolados en clase, recuerditos, fotos, casetes (sí! casetes!!) de amigas, amigos y novios. Por lo general de estos últimos no guardo fotos, pero sí música y papeles…uff cartujas, entradas de conciertos, cine, programas de teatro, dibujos, canciones, poemas adolescentes y un sin fin de utensilios románticos que han ocupado en los últimos 5 años, el baúl sobre el que descansa la tele.
Me siento aliviada de esta decisión, entraré por una semana en contacto con mi pasado. Seguramente los de la basura estarán contentos por las cantidades de papel que sacaré en estos días, y yo seré feliz de dejar muchas cosas atrás.
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Bri: ;) (M)