Abril no existe
Pasé dos meses viviendo en marzo. Sí, no me dí cuenta. Hasta hoy. Por la mañana, una amiga me envió un mensaje que decía que ya eran dos años, que me mandaba abrazos. Le dí las gracias y le dije, es en un mes y así seguí creyendo hasta esta tarde, cuando otra amiga mencionó algo de principios de abril y le dije, abril no ha pasado, estás hablando de marzo, hasta el otro mes es abril. Los demás me vieron extrañados y todos me recordaron que no, que es abril.
Es 27 de abril o lo era hasta hace unos minutos. 27 de abril. Dos años sin vos. Dos. Dos años. Dos años y sigue conmigo tu mirada, tu forma de tomar el cigarrillo y ver directo a la cara de la persona que tenías enfrente -a veces yo- antes de soltar una carcajada, una puntada o algo que con el tiempo iría haciendo cada vez más sentido, como aquello de júntate con tus iguales.
Luego estuviste cerca, una pupusería no planificada en mi camino, la canción de Arjona y Paquita la del Barrio, la única que te gustaba de él. No pude evitar sentirme feliz cuando reconocí la iglesia de Suchitoto en uno de los posters, ni reír y cantar a todo pulmón recordándote decir "¡ay dolor!"
Pinche Rafa... abril es el mes más cruel... no quiero que exista.
El sepelio de los muertos, de T.S. Eliot
Primer canto de La tierra baldía. Versión (preliminar) de Rafael Menjívar Ochoa.
Abril es el mes más cruel: engendra
Lilas que surgen de la tierra muerta, mezcla
La memoria y el deseo, entrelaza
Raíces torpes con la lluvia de primavera, cubre
La tierra de nieve olvidadiza, alimenta
Un poco la vida con tubérculos desecados.
El verano nos sorprendió al llegar a Starnbergerse
Con un baño de lluvia; nos detuvimos en la columnata
Y fuimos hacia la luz, hacia el Hofgarten,
Y bebimos café, y conversamos durante una hora.
Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echt deutsch.
Y cuando éramos niños, y mientras nos quedábamos en la casa del archiduque,
Mi primo, me llevó en un trineo
Y yo estaba asustada. Me dijo: Marie,
Marie, agárrate bien. Y nos precipitamos.
Allí te sientes libre, en las montañas.
Leía durante buena parte de la noche, e iba al sur en el invierno.
¿Qué son estas raíces que se atascan, qué ramas crecen
De estos desechos pedregosos? Hijo de hombre,
No puedes decirlo, ni adivinarlo, pues sólo conoces
Un montón de imágenes rotas, donde golpea el sol,
Y el árbol muerto no da amparo, ni alivio el grillo,
Ni sonido de agua la piedra seca. Sólo
Hay sombra bajo esta roca roja
(Ven bajo la sombra de esta roca roja),
Y te mostraré algo diferente de las dos,
Tus sombra que por la mañana te persigue apresurada
Y tu sombra que por la noche se alza para recibirte:
Te mostraré tu miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind"Me diste jacintos hace un año, por primera vez;
Der Heimat zu.
Mein Irisch Kind,
Wo weilest du?
Me llamaron la muchacha de los jacintos."
--Aunque cuando regresaste, ya tarde, del jardín de los jacintos,
Tus brazos repletos, tu cabello húmedo, no pude
Hablar, me fallaron los ojos y no estaba
Ni viva ni muerta, y nada sabía
Mientras miraba, en el corazón de la luz, el silencio.
Od' und leer das Meer.
Madame Sosostris, famosa clarividente,
Tuvo un fuerte resfriado, así se la conozca
Como la mujer más sabia de Europa
Con un mazo de cartas endemoniadas. Aquí, dijo,
Está su carta, el Marinero Fenicio ahogado.
(Ésas son perlas que fueron sus ojos. ¡Mire!)
Aquí está Belladona, la Dama de las Rosas,
La dama de las dificultades.
Aquí está el hombre de los tres mazos, y aquí la Rueda,
Y aquí está el mercader tuerto, y esta carta,
Que se encuentra en blanco, es algo que lleva él a la espalda
Y que se me prohíbe ver. No encuentro
Al Ahorcado. Tema a la muerte por agua.
Veo multitudes caminando en círculos.
Gracias. Si ve a la querida Sra. Equitone,
Dígale que yo misma le llevaré el horóscopo:
Una debe ser cuidadosa en estos días.
Ciudad irreal:
Bajo la niebla parda de un atardecer de invierno,
Una multitud fluía por el Puente de Londres, tantos,
No pensé que la muerte hubiera desechado a tantos.
Suspiros, cortos y poco frecuentes, se exhalaban
Y cada hombre fijaba los ojos ante de sus pies.
Fluían colina arriba y bajaban por la calle King William,
Donde Santa María Woolnoth preserva las horas
Con un sonido muerto en el golpe final de las nueve.
Allí vi a uno al que conocía, y lo detuve gritándole "¡Stetson!
"¡Tú estuviste conmigo en las naves que iban a Milae!
"Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
"¿Ha comenzado a retoñar? ¿Florecerá este año?
"¿O ha perturbado el frío súbito su lecho?
"Mantén entonces, oh, alejado al perro, que es amigo de hombres,
"O con las uñas lo sacará de nuevo.
"¡Tú! Hypocrite lecteur!—mon semblable,—mon frère!"
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