A través de los sueños

Por años, mientras era estudiante de sociología, imaginaba que pasaría mi vida haciendo investigaciones sobre mil y un aspectos de la sociedad guatemalteca. Sin embargo, y debido a la necesidad de esclarecer lo que sucedió en Guatemala durante mi infancia y muchos años antes, la mayor parte de mi trabajo como socióloga ha sido alrededor de la Guerra. 

Una y otra vez, a lo largo de casi 10 años, he estado en contacto con esa parte de la historia de este triste país. Mi primer trabajo como socióloga fue acerca de la importancia de las exhumaciones. La institución para la que trabajaba había quedado de convocar a 15 mujeres por comunidad, 15 viudas que me contaran sus historias. ¿Cómo era la vida antes de la guerra? ¿Qué pasó durante la guerra? ¿Qué piensa de las exhumaciones? ¿Cómo encontró a su/s muerto/s? Estas eran tan sólo algunas de las preguntas que haría. 

A pesar de la convocatoria, no llegaron 15... llegaron 30, 50, 75 por comunidad y por días y días me pasé escuchando, absorbiendo toda esa violencia, toda esa tristeza, todas esas historias de cadáveres encontrados a partir de señales que los muertos enviaban a través de los sueños. 

Muchas de estas personas, víctimas sobrevivientes, huérfanos, de generaciones cortadas a puro machete, a pura ira y rabia, a puro sin sentido, llenaron mi alma y mis oídos por meses. Llorar, por ellos, por mí, por este pinche país, era algo que no podía permitirme frente a ellos. Lo hacía en el cuarto de hotel, mientras repasaba el sonido de las botas militares que son parte del soundtrack de mi infancia, el sonido de los bombazos cercanos al palacio nacional, el sonido de los tacones de mi mamá corriendo por la calle cuando llegaba justo antes del toque de queda. 

No fue nada el miedo que yo sentía pasar por el cuerpo de mi madre cuando cruzábamos militares y policías en la calle, no fue nada comparado con lo que mi profesión me dio a conocer. Nada con el miedo guardado en el susto de las mujeres. Vi fosas y cadáveres, vi amordazados, vi esqueletos atados de mano, cráneos partidos, vi el miedo a hablar, vi, y esa pequeña noción de guerra que habíamos explorado en el colegio, explotó en mi cabeza y se volvió una eterna compañera. 

Unos años atrás me tocó conocer la otra parte, la parte urbana no tan explorada como la historia rural de la Guerra. Me metí por meses en la hemeroteca con el objetivo de conocer cómo el Grupo de Apoyo Mutuo había surgido. Encontré entonces miles de "clasificados" perdidos en las páginas de sociales, de deportes, de  anuncios para obtener trabajo, miles de pequeñas notas en las que se pedía información sobre chavos, chavas, patojos, señores, señoras que no habían vuelto a casa. Las notas más grandes, las de la prensa que más o menos abordaban el tema hablaban de delincuencia común, de asesinatos no aclarados y leí varias opiniones de los entonces funcionarios que decían que se trataba de gente que había abandonado su casa, a sus esposas, a sus hijos, a sus padres. "Están en países de la Unión Soviética", decían sin cesar y esas mujeres, hombres, ancianas, ancianos y niños y niñas que pedían conocer dónde estaban los suyos, no tenían respuesta. 

Una vez más, me tocó hablar con mujeres y hombres relacionados al antiguo GAM, a su historia y fundación, una vez más me hablaron de muertos que se comunicaban a través de sueños, una vez más lloré sin dejar que los entrevistados me vieran. 

Ahora, hace unos minutos, el juez Miguel Ángel Gálvez dio paso al juicio contra Efraín Ríos Montt (Jefe de Estado -a puro golpe- entre 1981-1982) y José Mauricio Rodríguez Sánchez (Director de eso que llaman "inteligencia militar"). Es sólo el primer paso de todo lo que hay que juzgar en Guate, los desaparecidos del GAM, por ejemplo, no son sólo de este período, ni Ríos Montt es el único genocida de nuestra historia. 

Un sueño convertido en realidad para aquellos cuyos familiares fueron asesinados durante es parte de la historia. Falta, sí. Falta pero es el primer paso. 

Me pregunto si esta noche, muchos soñarán a sus muertos, a sus desaparecidos... 

Comentarios

la-filistea ha dicho que…
Harmana:

Yo todavía no entiendo, como vos a travès de los sueños, me siento como en un sueño. Una cosa rara, sé que es el principio de "algo" un paso afuera del abismo (quizá el primero) judicial.
Ojalá estemos preparados para lo que esto significa. Ojalá.

Abrazos, y no lo pudiste haber dicho mejor!
Denise Phé-Funchal ha dicho que…
Ahhh vos, es un sueño esto del juicio, ya veremos que pasa, qué dicen, qué mueven para que tengamos un parto que termine en vida o en muerte... sigamos soñando Harmana. ABrazos!
la-filistea ha dicho que…
Uff estamos conectadas de alguna forma, ayer pensé en el Patojo, de Los Compañeros de Marco Antonio Flores y de su muerte que termina en un nacimiento... Que sensaciòn no?

Mas compleja de lo que realmente se ve.
Denise Phé-Funchal ha dicho que…
Sí vos, ahora veremos si en este país se puede hablar de justicia y de memoria, de la verdadera, que nos lleva a una nueva vida. Abrazos!
Anónimo ha dicho que…
Quiero decirle a Denise y a todos los que escuchan a sus muertos en sus sueños, que es importante desbordar fronteras, porque los sueños pasan en muchas partes que uno menos se imagina...justamente por saltar, como dicen ustedes, las pinches fronteras...entonces nosotros tenemos que compartir sueños...Ben Okri escribió un librito, Una manera de ser libres, y habla de los sueños, de la alegría profunda de dar y recibir, de contar y escuchar...
Denise Phé-Funchal ha dicho que…
Gracias por la recomendación!

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