Vendedores de muerte

Cada cierto tiempo, cuando extraño a mi hermano y me gusta sentir que de alguna forma soy él, me expongo a alguna de sus prácticas: hacer una pizza e intentar darle vueltas a la masa como en la películas, escuchar un rockón clásico, ver Coming to America o Big, o buscar algún vendedor, de algo, de lo que sea para sentir el cosquilleo del parloteo en la parte posterior de la cabeza.

La semana pasada, por cosas de la vida, me tocó ir a una funeraria, a las oficinas que no están dentro de las capillas y rodeadas de féretros y dolientes. Me recibieron dos señoras. Arregladas en extremo, con la voz educada para hablar en un tono casi plano, con un matiz de condecendencia casi imperceptible. Nos sentamos alrededor de una mesita, me ofrecieron un café, se sorprendieron cuando rechacé el azúcar, y sonrientes me dijeron que en qué podían ayudarme.

Les expliqué entonces que bueno, quería conocer el precio de una cremación y les expliqué las circunstancias. Preguntaron de inmediato que si ya poseía un servicio funerario y lugarcito en el panteón o servicio de cremación... Dije que no, pero que en todo caso me gustaría conocer los precios para pensarlo.

Lo primero que hicieron fue mostrarme un documento en el que se supone uno deja todas las instrucciones no solamente para el funeral, sino para que la familia sepa dónde está el testamento, a qué amigos les deben avisar de la muerte, los detalles de flores, música -¿será que uno puede pedir cumbias, rockón?- comida, bebidas -incluyendo alcohólicas- durante el tiempo de velación. Me presentaron dos programas -sé que hay uno más económico pero no me lo ofrecieron- uno era así como el estandar de la clase media. Una sala de velación abierta, el cuarto para la familia con su baño, sandwichitos, bebidas no alcohólicas -pero se pueden solicitar, me imagino, y a un precio astronómico, me imagino-. Además me explicaron algunas cosas del mobiliario -número de sofás, sillas, mesas, etc.- y comentaron que "como podía ver" la decoración era sobria, sin alusión directa a una religión en específico y que las fotografías y cuadros están seleccionados para provocar paz y no para crear un ambiente de angustia, ni drama... me mostraron fotos de algunas salas con crucifijos o efiges de cristo con los brazos abiertos, algunos rayos solares tras éstos y me dijeron que si uno no era religioso, también podían quitar esas piezas y poner alguna alusiva a la religión -o no religión- del muerto.

Luego me mostraron el plan más caro, especificaron que el ataúd sería de maderas preciosas y que la comida era más refinada y constante. Igual, se supone que uno decide la música y flores y esas cosas. Me hablaron de los materiales con los que están fabricados los muebles de esas salas y terminaron pronto, quizá por mi expresión.

A todo esto, ya me zumbaba la parte trasera del cráneo, como cuando le hacen piojito a uno. Les pedí que me explicaran lo de la cremación. Igual que con el servicio funerario, me mostraron dos planes -ahí sí no sé si hay uno más económico- y me explicaron que el precio incluye un espacio en el ¿mausoleo? de las cenizas, y que este costo no puede ser debitado del precio si uno no quiere dejar ahí las cenizas de su muerto -o sea que lo obligan a uno a pagar por algo que quizá uno no tenga ganas de adquirir-. Me comentaron que Monteforte Toledo está ahí, bueno, parte de sus cenizas, y que era un lugar precioso para el descanso de los restos, que la vista era hermosa desde los balcones y me mostraron algunas fotos del cementerio que quieren que visite con ellas. En lo particular no me gustan los cementerios de jardines o tumbas subterráneas, prefiero aquellos en que las lápidas nos dicen quienes habitan los condominios, en los que uno puede apreciar el cuidado o el olvido.

La estrategia de venta es hermosa, no dejan espacio para pensar, para hablar, para decir, ni preguntar nada. Quieren vender, es su objetivo, atacan en parejas, habla una, habla la otra, habla una, luego la otra. Siempre con ese tono lastimero y condecendiente en la voz, refiriéndose a los cadáveres y a algunos servicios en diminutivo, incluyendo anécdotas mortuorias, siempre hablando de la fineza de la atención, de la delicadeza de los detalles, de lo importante que es contar con un servicio funerario en estos tiempos, con esta sociedad violenta, en la que uno no sabe si regresará a casa. Venden muerte en más de un aspecto.

Finalmente procedieron a hacer los presupuestos y según cada opción, ofrecían descuentos y bonos de regalo, igual me informaron que por cada referido que comprara un servicio, descontarían una cuota de mi saldo. Reí y les dije entonces que les enviaría 48 referidos, ellas rieron y celebraron la idea, como seguro la celebrarán con cada persona que les dice lo mismo.

Quedé en comunicarme en unos quince días. Llamaron al día siguiente... entonces las pude ver, un par de corque-mort (muerde-muerto), como el que seguía a Lucky Luke o a los hermanos Dalton o a cualquiera que se batiera a duelo en el lejano oeste...



Comentarios

Unknown ha dicho que…
Que fuerte mano.. buenisimo!! yo voy a tener que ir hacer un mi mandado igual, voy a decirles que me mandaste de referida y que te deduzcan una cuota.
Abrazos Denis,
L
la-filistea ha dicho que…
Se vió tétrico. Al menos fueron amables y se les agradece. Lo que hay que hacer es preguntarle a la mara que va a ir al entierro que música quieren escuchar, porque el muerto lo dudo que escuche.

Abrazos!

No te cayó mal que hayan hablado al otro día? :o)
Denise Phé-Funchal ha dicho que…
jajaja, aún no sé si adquiriré el servicio con ellos, me pareció jodido que llamaran al día siguiente... igual tengo que cotizar como dice la mara.

abrazos a las dos :)

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