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Mostrando entradas de marzo, 2013

La USAC y yo

Yo soy parte de esa gente que muchos ven mal por ser Sancarlista, soy parte del orgullo de la tricentenaria y de los mil y un estigmas que caen sobre aquellos que, por decisión propia, decidimos hacer uso del derecho a que el Estado y los contribuyentes paguen nuestra educación superior. Yo tengo esta relación de amor-decepción (jamás odio) con la San Carlos porque me tocó la época posterior al aniquilamiento de pensadores, de intelectuales que una vez estuvieron ahí, que una vez hicieron de esa universidad un buen lugar para crecer y para estudiar. Pero me tocó, como ya dije, la época de crisis, la época de irresponsables dando clases, la época en la que los amiguismos lograron mantener a acosadores, malos profesores, gente que no sabía nada de sociología y nada de la vida, ni de la realidad nacional al frente de un grupo de estudiantes que, en parte por comodidad, en parte por decepción, sólo van a la u para pasar el tiempo.  Tuve, y no lo puedo negar, excelentes profes como Gus

Disfrutala

Ser una mujer guapa, de esas de tacón alto (que llevan las zapatillas entre la bolsa para descansar los pies de vez en cuando), de esas de minifalda y blusa entallada y con escote, no es una tarea fácil. Menos fácil aún, cuando en lo cotidiano, en la vida de oficina, se está rodeada de pirañas con bocas sonrientes y dientes afilados dispuestos a atacar a fuerza de acoso o de chismes.  Esta es la realidad de muchas chicas y mujeres que siguiendo sus impulsos estéticos y su necesidad de verse bien, de verse guapas de acuerdo a lo establecido por la cultura (maquillaje, pelo planchado, ropa sexy), tienen que enfrentarse todos los días con esos animales de oficina, que si bien muchas veces nada más ven y fantasean, muchas otras atacan.  La cultura plantea que esas y aquellas formas de vestir, calzar, andar, maquillarse, etc., son las "necesarias" para ser feliz y creo firmemente que cada mujer tiene el derecho de ponerse lo que quiera y arreglarse cómo mejor le parezca,