De fanáticos y fanatismos
Sin importar la religión o creencia espiritual, siempre se corre el riesgo se encontrarse con algún fanático, peor aún, uno corre el riesgo de convivir con ellos en el trabajo, tenerlos como vecinos, que le toque de cajero en el súper y antes de pagar, uno ya tiene encima más bendiciones que el agua bendita. Lo peor de esta gente, así sea fanática cristiana, evangélica, sectaria o new age, es que son sordas e intolerantes, predican acá y allá sobre el amor y la igualdad y la buena vibra y el portarse bien y recibir bendiciones, o buen karma (como quiera llamarle) y hablan de las iluminaciones, de verdades absolutas, de deberías y al final de cuentas todo es, como diría mi tía Angustias, del diente al labio. Como objeto de estudio, las religiones, sectas y creencias y sus respectivos sujetos -es decir sus fanáticos- son interesantes. Eso sí, siempre y cuando uno tenga el control sobre la exposición al discurso. Hasta el momento, aunque no dudo que existan, no he conocido un sólo fanátic...