Algo que decir
Tengo, desde hace semanas, algo entre pecho y espalda. No soy del tipo de persona que puede callarse las cosas, menos cuando se trata de una de esas cosas que se convierten en una mosca -trágica, divertida, didáctica, pero mosca al fin-. El año pasado Raúl Figueroa me pidió que fuera jurado para el Concurso de Letras BAM. Acepté, feliz de la vida y cuando llegó la caja de libros, fue como navidad. Siempre es refrescante, hermoso, inesperado encontrarse con buenas historias y esa era mi expectativa. He de mencionar, antes de seguir, que no nos fueron entregados todos los libros que fueron sometidos a concurso, las razones fueron sencillamente técnicas: sobre de plica abierto, nombre real bajo el pseudónimo en el sobre, no llegaba al número de páginas, eran poemarios o novelas, así, por tecnicismos que garantizaban que las bases del concurso se cumplieran, algunos de estos no llegaron y no tengo parámetro para evaluarlos, tampoco sé decir cuántos fueron los que no lle...