Son las 11 30
Son las 11 30 y mi amiga Andrómeda acaba de partir. Esta noche a la plática se sumó un ruido de fondo infernal. A eso de las 8 de la noche comenzó la bulla, una sarabanda evangélica estridente y desentonada, como suelen ser. Creí que duraría poco y no podía identificar de dónde exactamente venía, el lugar en el que vivo es un canal de sonido. Un par de horas después, luego de que una mujer llevaba ya casi una hora cantando lastimeramente y dando de aleluyas y gritos, con un tono muy a lo Chabela Vargas, Andrómeda propuso salir a buscar el sonido y echar un ojo, así que salimos y zaz, era en la esquina, donde hay un colegito. Nos acercamos y pudimos ver a la viejtia en plena acción. El movimiento que hacía con su cuerpo y con un puño en alto, se asemeja mucho al clásico movimiento rockero de los adolescentes, así de atrás hacia adelante, en un mismo punto, y moviendo el puñito levantado al mismo ritmo que el resto del tieso cuerpo. Así, justo así se movía la viejita, que seguriría canta...