Revolución

Foto de Marco Plate

God damn it, an entire generation pumping gas, waiting tables; slaves with white collars. Advertising has us chasing cars and clothes, working jobs we hate so we can buy shit we don't need. We're the middle children of history, man. No purpose or place. We have no Great War. No Great Depression. Our Great War's a spiritual war... our Great Depression is our lives. We've all been raised on television to believe that one day we'd all be millionaires, and movie gods, and rock stars. But we won't. And we're slowly learning that fact. And we're very, very pissed off. (Tyler Durden – Fight Club)


A estas alturas del año, hace 64 años, la gente había rebasado ya el cansancio. Estaba cansada, cansada de dictadores, cansada de cultos a la personalidad, de militares. En junio de ese año, casi al final de su régimen, Jorge Ubico -el que recorría las calles en su Harley Davison para ver señortias y luego hacerlas llamar- había ordenado ametrallar a manifestantes que pedían su renuncia. Esto y la presión que venía de todas partes hicieron que dejara -a finales de junio- el gobierno en manos de un triunvirato, que nombraría presidente provisional a Ponce Vaides, quien a fuerza de represión e ilegalidades, intentaría quedarse con la presidencia, a pesar de haber convocado a elecciones.


El 20 de octubre de 1944 el ambiente estaría tenso y sangriento. Los días anteriores se habían escuchado diálogos de armas, edificios colapsar, carreras nocturnas y alientos escondidos. Militares de papel habían huido del país. Trabajadores, estudiantes y jóvenes militares, declararían esa tarde de viernes, el triunfo de la Revolución, y se instalaría la junta provisional compuesta por Francisco Arana, Jacobo Arbenz y Jorge Toriello.




Las elecciones convocadas por esta junta, llevaron en 1945 a Juan José Arévalo a la presidencia. Mi madre- que para entonces tenía 5 o 6 años- cantaba: Juan José Arévalo, es el hombre ideal, para presidente en la capital. Durante los seis años del gobierno de Arévalo se realizaron cambios como la libertad de expresión en cuanto a los actos del gobierno, la implementación del código de trabajo, la creación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social -IGSS-, del Comité Nacional de Alfabetización, del Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá -INCAP-, entre otros. En 1951, Arévalo entregaría la presidencia a Jacobo Arbenz, quien sería tachado de comunista por haber implementado la Reforma Agraria y especialmente por meterse con las tierras de la United Fruit Company -UFCO-.


Mi tío, que en el 54 contaba con tan sólo 10 años, recuerda los bombardeos, habla de aviones Mustang y de Mosquitos que sobrevolaron la capital y que dejaban caer bombas. Mi madre -que para la contrarrevolución tenía 16 años- decía que el error de Arbenz había sido no armar al pueblo a tiempo. El gobierno de Eisenhower apoyó la invasión en nombre de la lucha contra el comunismo. El 27 de junio de 1954, Arbenz fue obligado a dejar el gobierno. Moriría 16 años después en México.


Los aires de revolución, las ansias de cambios llevarían en los años siguientes al inicio de una matanza ingrata -al inicio selectiva y estratégica- de población involucrada con el "comunismo", para luego convertirse en una matanza de personas no involucradas, pero consideradas "el agua del pez (rojo)". Entre las víctimas de esa prolongada lucha contra el demonio comunista, moriría Oliverio Castañeda de León, un patojo, un patojo que acababa de cumplir 23 años, hoy hace exactamente 30 años, pasando el medio día y luego de haber llamado asesino al ministro de gobernación -Donaldo Álvarez Ruiz- Oliverio fue asesinado: Un hombre sale desde la puerta trasera de un carro sedan alargado color turquesa, placas P-109716 y con una ametralladora abre fuego sobre Oliverio. Él corre sobre la 6ª avenida en dirección sur, intentando escapar, pero es alcanzado por una bala que lo hace caer a la entrada del Pasaje Rubio. En ese momento un jeep Toyota color blanco, placas oficiales O-8038, se detiene a media calle y de él desciende un hombre de civil que le dispara a la cabeza, dándole el tiro de gracia. Regresa al vehículo, que se marcha a toda velocidad. También interviene en el operativo un carro tipo bronco, placas P-11716. (Guatemala Memoria del Silencio-Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico). El crímen nunca fue esclarecido y el mencionado ministro de gobernación, acusado en España de genocidio y asesinato- sigue en la fuga. Este año, hace pocos días, el actual presidente pidió disculpas por el asesinato de Oliverio, pueden encontrar la nota acá.


Por supuesto que este crimen, como la mayoría de los cometidos durante años y años de violencia política anticomunista, no han sido resueltos, no hay culpables específicos. Los gobiernos desde la firma de la "paz" han pedido perdón por varios crímenes cometidos, incluso Clinton pidió perdón por la intervención de EUA en todo el asunto.


¿Por qué inicié este post con las palabras de Tyler Durden -Brad Pitt- en el Fight Club? Pues por que es justo lo que somos, lo que soy, una generación intermedia, una generación a la que le fue entregada la "paz". Recuerdo perfectamente la firma. El parque central -plaza de la Constitución que le dicen ahora- lleno de gente, las cuadras alrededor a reventar, el espíritu de cambio que se respiraba, el final de la guerra, se suponía, el final de la represión, esperabamos. Se escuchaba desde algunos años antes de la firma, voces como las de Bohemia Suburbana, que parecían florecer sobre el "Alto al Fuego" de Alux Nahual. Eramos algo más, eramos la generación del post-conflicto, somos una generación perdida, abandonada. Algunos herederos de los ideales, otros -la mayoría- herederos de la indiferencia, la misma indiferencia que había construido un muro ciego ante las masacres. Queríamos ser postmodernos, conjugar al Ché con Guns n´Roses, pensar en revolución e igualdad mientras veíamos alguna de Batman en uno de los multicinemas que se inauguraban en la capital.


Hoy como desde hace muchos años, se realiza la marcha del 20 de octubre, los pocos sectores que quedan, los pocos creyentes que sobreviven o los que se disfrazan de estos, recorren las calles del centro, vestidos de rojo, con banderas y carteles, con botes de pintura en spray que adornan las calles a lo largo del recorrido de la marcha. ¿Pero por qué marchan si mañana volverán a la defensa de sus intereses personales, económicos? Volverán a defender esa izquierda agónica que convive con un capitalismo grosero. ¿Por qué marchan si mañana dejarán los caites y volverán a calzar sus all stars? Somos herederos de un espejismo, somos incapaces de visualizar, de siquiera imaginar el espíritu de revolución, de pensarnos en una movilización masiva, somos incapaces de pensar en dar la vida por el país. Mi generación ha sido condenada al cansancio, a la adaptación, a llegar a los puestos sólo para seguir el paso del sistema, hemos sido condenados a adaptarnos, vivimos en el riesgo de involucrarnos en un gobierno que no nos dejará cambiar. Tengo personas cercanas a las que he visto llorar sin consuelo al darse cuenta de la imposibilidad del cambio, del uso del discurso de izquierda sólo para que nada cambie.


Desgraciadamente debo incluirme en esto, en esta desilusión. He visto de cerca cómo se cierran espacios a mi generación y a las que vienen atrás, cómo muchos de los que se decían de izquierda se cobijan en estos ideales y hablan de participación ante la cooperación internacional, pero viven en medio del consumo, en medio de la defensa de sus intereses económicos. Nos heredaron el final de la guerra, pero nos la heredaron con dinosaurios vendidos, con estructuras podridas, con discursos violados hasta el cansancio, nos heredaron el cadáver de la izquierda, uno que toma coca cola y cerveza gallo, que come en macdonalds, que sólo grita "compañeros" y habla de igualdad a través de títeres de trajes rojos.


No tengo respuestas por el momento y sólo puedo pensar en las palabras de Tyler Durden (en azul mis cambios): No purpose or place... our Great Depression is our lives. We've all been raised to believe that one day we' ll have the power to change the government, and that we´ll be the hope of our generation. But we won't. And we're slowly learning that fact. And we're very, very pissed off. Bueno, eso espero, que pronto nos hartemos, igual ya estamos en guerra, todas las noches se escucha el concierto bélico aislado que nos hace pensar en que ufff, no es acá, aún vivo en un lugar seguro... sí, pero ese es el punto "aún"... no tarda en arder todo esto...¿o aprendimos algo de la guerra?


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Lindo. Somos la generación de la apatía (lastimosamente)miedosos, lo veo en la U con estudiantes sin ningun ideal mas que el comprar "El Carro". Recuerdo cuando llegaban los "repatriados" por la Interamericana y salimos a darles la bienvenida entre gritos, banderas y lágrimas. Pensabamos todos que con la firma de la "Paz"todo cambiaria pero nada, los males se transformaron. Saludos y esperemos a que reviente la bomba de la necesidad y que el vaso azul y blanco se rebalse nuevamente.
Denise Phé-Funchal ha dicho que…
vivimos en medio de un basurero, con buitres y todo rollo... esto va a explotar y bien feo vos... ya ni los ideales nos salvan... saludos depresivos(jeje)...

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